Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]
Caminos de vida y aprendizajes posibles en privación de libertad. – 337 debe realizar con los funcionarios y funcionarias del Centro, ya que son ellos los encargados de llevar a cabo la maquinaria de castigo que caracteriza a los centros penitenciarios. De esta manera, promover vínculos desde la confianza en los jó- venes, haciendo visibles también los prejuicios que poseemos como sociedad. Parto entonces de la premisa, de que la intervención educativa en el cip debe tomar como puntapié inicial la generación de condiciones para promover el aprendizaje en los jóvenes. Con esto, entender a la educación más allá de la escolarización, es decir, como proceso inscrito en el marco de la vida, en los dis- tintos espacios, tiempos y actividades que desarrollamos. Promover ambientes educativos también constituye, entonces, un acto educativo en sí mismo, y de largo aliento en los márgenes que propone el cip. De esta manera, permitir a los jóvenes que se hagan protagonistas de la generación de ambientes educativos, que se caracterizan por tratos humanizados, el respeto y la organización y convi- vencia con otros sujetos, que son sus pares. Esto permitiría incentivarlos con la idea de aprender. Finalmente, hacer del cip un espacio distinto, en donde quepa un proceso educativo para los jóvenes, es también hacernos cargo de que el tema tan temido de la delincuencia juvenil es un problema social, es decir, que nos compete a to- dos y todas como sociedad y no una condición intrínseca de los jóvenes que han cometido delitos. De esta manera, el aporte de generar una apuesta educativa en un contexto carcelario es intentar evitar que el paso por el cip se convierta en otro elemento más de exclusión social para los jóvenes en conflicto con la justi- cia (Núñez, Morán y Cruz, 2017), y aportar en una construcción de experiencia educativa con aprendizajes significativos para sus vidas.
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