Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]

336 – juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan. volumen 2 6.1 Salidas posibles: una intervención educativa desde las limitaciones del contexto A partir de lo anteriormente planteado, es posible repensar entonces y dar lu- ces de aquellas cuestiones a las que debiese apuntar una apuesta educativa en el Centro, que parta por reconocer la serie de limitantes que se observan, pero que busque también cambiar las condiciones para que los jóvenes puedan construir, en estos espacios, experiencias educativas que conduzcan a aprendizajes signi- ficativos para sus vidas, que les permitan transitar caminos de vida alejados del ámbito delictual. Dadas las experiencias relatadas, puede parecer paradójico querer devolver a estos centros la misión educativa que parece olvidada, o bien, supeditada frente al régimen. Sin embargo, me parece fundamental hacerlo, ya que es en este espa- cio donde se encuentra lo más oculto de nuestro sistema neoliberal, que ha gene- rado una gran cantidad de desigualdades sociales, y ha marginado a aquellos que se salen de la norma del intercambio capitalista, promoviendo que se les tema y, por tanto, aísle y encierre, para que no sean nombrados, ni vistos, ni escuchados por el resto de la sociedad. Esos son los jóvenes del cip, ese joven pobre llamado delincuente (Tsukame, 2017). De esta manera, la apuesta educativa en el Centro debe tener en cuenta al menos tres elementos. En primer lugar, es necesario que la acción educativa se haga cargo de los intereses, gustos y opiniones de los jóvenes utilizando, por ejemplo, expresiones artísticas de su propia cultura juvenil para llevar a cabo los procesos interventivos. Esto permite promover el discurso y habla propios de los jóvenes, para expresar y decir aquello que deseen acerca de sus experiencias desde lugares también propios —música, baile, arte gráfico, etc.—. De esta manera, es importante dentro de este espacio, que busca silenciar y culpabilizar, desarro- llar nuevos formatos de intervención, donde los jóvenes sean quienes definan aquello que quieren aprender y la forma en que lo quieren hacer, promoviendo una construcción autónoma de su experiencia educativa, y que les permita re- flexionar y decir con sus propias palabras y expresiones su mundo, y el lugar que quieren ocupar en él. En segundo lugar, es necesario comenzar a utilizar los espacios cotidianos de los jóvenes en el Centro para la intervención, ya que les permite sacar el foco del encierro y la seguridad. Asimismo, intervenir las prácticas violentas, autoritarias, adultocéntricas y carcelarias que se dan en el cip, problematizarlas, discutirlas desde cuestiones como son las expresiones artísticas, desnaturalizando aquello que a los jóvenes les sucede. En tercer lugar, es de suma relevancia el trabajo de sensibilización que se

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