Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]

Caminos de vida y aprendizajes posibles en privación de libertad. – 319 1.1 La emergencia de los jóvenes en Chile Por lo anterior, resulta importante contextualizar la emergencia de los jóvenes en el escenario nacional, específicamente del joven popular, que es sobre quien se trata este texto, y los sentidos que se le otorgan en la disputa de poder en nuestra sociedad. En el caso del mundo juvenil popular, hasta fines de la década del 50 se en- cuentran integrados en el mundo adulto, es decir, la demanda juvenil y su que- hacer social se desarrollan al interior de la demanda sectorial de las asociaciones adultas, como son los sindicatos y los partidos políticos, ya que no gozaban — como sí lo hacían los jóvenes de los sectores medios y altos— del tiempo libre que les permitiera una sociabilidad y expresión autónomas (Goicovic, 2000). De esta manera, el joven popular hasta mediados del siglo xix no existía como sujeto social y hoy carece de total visibilidad en nuestra sociedad, a menos que en el tránsito de la infancia a la adultez quede mermado por la realización de una conducta transgresora (Goicovic, 2000). Es a mediados de los años del siglo XX, que la invisibilidad del mundo ju- venil popular comienza a revertirse y se consolida el grupo social juventudes en las distintas clases sociales, sectores territoriales y géneros. Los factores que más incidieron en esta emergencia son los procesos de ampliación de la cobertura educacional primaria y secundaria, la construcción de una estética de lo juvenil, con la aparición de diversas expresiones culturales y la radicalización de procesos políticos sociales, donde el movimiento estudiantil viene a jugar un rol prota- gónico (Goicovic, 2000; Dávila, 2004; Zarzuri y Ganter, 2005; Duarte, 2000; 2015; 2012). Ahora bien, es solo hasta principios de la década de 1980 que los jóvenes son reconocidos en la escena nacional como algo más que estudiantes que consti- tuían un movimiento social. A partir de las protestas sociales antidictatoriales, los jóvenes populares aparecen como partícipes y protagonistas, diferenciados del movimiento social popular urbano (Goicovic, 2000). Según Aguilera (2009), es en este contexto de los años 80 cuando comienza una preocupación sistemática por la juventud como un actor social específico que requiere atención. Durante la década de 1990, se busca integrar a los jóvenes al proceso de modernización y democratización de la sociedad y el Estado, en respuesta a las exclusiones y puniciones a las que fueron expuestos durante la dictadura militar y el rol que adquirieron sus movilizaciones por la recuperación de la democracia (Goicovic, 2000). El eje fundamental en el que se orientó la política social de juventud en los años 90 se relacionaba, entonces, con asumir y cancelar “la deuda social con los

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