Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]

Caminos de vida y aprendizajes posibles en privación de libertad. – 317 1998: 5). Los jóvenes en esta noción, por tanto, son representados por un tipo de joven —privilegiado—, que es quien tiene acceso al consumo valorado de lo juvenil en términos de vestimenta, cuerpo y habla (Margullis y Urresti, 1998), quedando fuera de esta categoría una gran cantidad de sujetos que no cuentan con los pa- rámetros estéticos, ni acceso a ese tipo de consumo, denominado opulento. Esta forma de delimitar lo juvenil puede inclusive llevar a un grupo de sujetos a desa- rrollar acciones delictuales para conseguir dicha condición de joven legítimo. Al respecto, Duarte (2009) señala que muchos jóvenes que delinquen lo hacen para “acceder y “tener aquello que dicen que hay que tener” (…) No es robar por nada, es robar para acceder, para ser parte de la fiesta, para aparecer en la fotografía del éxito, de los incluidos e integrados” (Duarte, 2009: 22). Así, podría seguir señalando otras conceptualizaciones respecto a la juven- tud, los jóvenes y lo juvenil, sin embargo, ya con estas nociones es posible eviden- ciar las reducciones que existen al hablar de estos términos. Desde la perspectiva que asumo en este texto, no es posible hablar de los jóvenes como un concepto único y homogéneo, ya que las juventudes son múltiples y diferenciadas. Tal como dice Margullis y Urresti (1998), existen distintas maneras de ser joven y no existe una única juventud, sino que varían según cultura, clase, género, genera- ción, entre otros. Por lo tanto, las juventudes no pueden ser reducibles a un nú- mero, a una estética o una etapa de la vida, ya que no son una categoría dada, sino que se construyen socialmente e históricamente y tienen un carácter relacional. Esto quiere decir que siempre se es joven o viejo para alguien (Bourdieu, 2002). Por lo tanto, para hablar de juventudes, es necesario observar los aspectos políti- cos, sociales, económicos y culturales que dan origen al contexto y las múltiples relaciones sociales en las que se insertan los jóvenes. Entonces, si se entiende a la juventud como una construcción social, po- demos decir que existen también otros grupos denominados clases de edad 2 —niñez, adultez, adultez mayor (Duarte, 2012)—, con los que la juventud entra en relación y que la construcción de lo juvenil se elabora a partir de las relacio- nes que establecen los/las sujetos/as jóvenes en sus diversas posiciones sociales, 2 Por clase de edad, vamos a entender a la división que opera en función de una edad social “definida por una serie de derechos, privilegios, deberes, formas de actuar… —en suma, por una “esencia social”— y delimitada por una serie de momentos de transición —que difieren históricamente: matrimonio, servicio militar, primera comunión, certificados de escolaridad…—. […] Esta división de clases de edad, por tanto, es una variable histórica: no depende de una serie de “naturalezas psicológicas” previas, sino que se construye en el seno de cada grupo social en función de sus condiciones materiales y sociales y, sobre todo, de sus condiciones y estrategias de reproducción social” (Martín Criado, 1998: 86, citado en Duarte, 2012: 103).

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