Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]
¿Liceo disciplinario?: condicionantes para la participación juvenil estudiantil. – 291 menos virtualmente, una estrategia de lucha” (Foucault, 1988: 19). Respecto a ello, Langer (2011) trabaja la noción de resistencia desde los aportes de Foucault, señalando que los puntos de resistencias están presentes en toda la red de po- der, visualizándolo no como algo descendente o unidireccional, sino como un ejercicio difuso en toda la trama social, por tanto, las prácticas de resistencias se instituyen como “fisuras o grietas en las relaciones entre los cuerpos dentro de los dispositivos. Pueden ser luchas inmediatas porque los estudiantes viven las instancias de poder que están más cercanas a ellos, que ejercen su acción sobre ellos” (Langer, 2011). A partir de la tensión entre subordinación y prácticas de resistencias, resulta interesante develar las condicionantes que establece el liceo para la participación juvenil estudiantil y el encuentro intergeneracional. En relación con la participa- ción, cabe señalar que el término resulta algo problemático y difuso, es decir, “es lo que los postestructuralistas llamarían un significante flotante, el cual puede fácilmente ser usado tanto para indicar prácticas participativas como para se- ñalar otras que son la antítesis de la participación” (Anderson, 2001: 6). En ese sentido, la autora señala que dicho concepto a menudo es absorbido bajo formas no democráticas y manipulativas en instituciones educacionales, aunque no res- ponden necesariamente a una intencionalidad maquiavélica. Por tanto, propone avanzar hacia una participación auténtica, entendiéndola no bajo un enfoque esencialista, sino como un ejercicio auténticamente democrático. Asimismo, Diego Palma (1998) señala la ambigüedad que caracteriza la no- ción de participación, pudiendo ser utilizada según diversos intereses y contextos. Argumenta, también, que su implicancia remite necesariamente a una influencia en las decisiones y al ejercicio de poder, pues de lo contrario se convierte en un si- mulacro simbólico de participación. De este modo, plantea su comprensión des- de una perspectiva sustantiva, entendiendo que para que ello suceda, deben con- fluir dos dinámicas. La primera refiere a la capacidad de participar, es decir, que se cuenten con las actitudes y habilidades. Y lo segundo refiere a la oportunidad de ser desplegada, en tanto existen las condiciones adecuadas para su ejercicio. Ante ello, señalo que investigar las condicionantes para la participación ju- venil estudiantil requiere considerar las relaciones de poder-saber que suceden cotidianamente en el dispositivo educativo, entendiendo que esta no opera del mismo modo entre mundos adultos y mundo juveniles, dado que “la participa- ción deseada con frecuencia no se da en las instituciones educativas, pues como generalidad, se han estructurado como sistemas de poder, dominación y autori- tarismo” (Núcleo de Juventudes, 2016).
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