Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]

288 – juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan. volumen 2 por lo que su comprensión depende del contexto histórico-cultural y no de los límites etarios, pues estos responden a una manipulación y representación ideo- lógicas (Bourdieu, 2002). Complementando lo anterior, Álvarez (2016) categoriza algunas entradas que han caracterizado el estudio de juventudes. Así, distingue el enfoque socio- demográfico donde la categoría de juventud se constituye desde rangos de edad y como preparación para la vida adulta. El enfoque conservador, adultocéntrico y psicológico, cuya preocupación radica en la maduración psicobiológica del su- jeto juvenil, entendiendo que este se encuentra en preparación para el mundo adulto, por lo que debe comportarse de acuerdo con las convenciones sociales establecidas. Finalmente, el enfoque sociocultural donde se plantea que el con- cepto de juventud está socialmente construido. En torno a ello se desprenden dos perspectivas, la culturista y generacional. Desde la perspectiva generacional, Mannheim (1993) señala la importancia de no reducir las generaciones desde elementos únicamente biológicos, sino que se deben incorporar aquellos factores sociohistóricos y la posición social que caracteriza a cada generación. De esta manera, introduce nociones como cone- xión generacional, refiriéndose al vínculo real entre individuos que comparten la misma posición generacional. A su vez, añade que dentro de una conexión generacional es posible que se reconozcan distintas unidades generacionales, las que se caracterizan por la diversidad de significaciones y vivencias de un mismo acontecer o problemática histórica. Asimismo, Margulis y Urresti (1996) señalan que las generaciones develan la época en que cada sujeto socializa, es decir, hay ciertos elementos contextuales y culturales que les permiten reconocerse y/o distinguirse. Ejemplo de ello son los códigos, lenguajes, las experiencias y memorias que difieren entre generacio- nes. Por consiguiente, lo generacional contiene un aporte bifocal, pues permite integrar la convergencia de procesos subjetivos, con procesos sociohistóricos y estructurales (Álvarez y Garcés, 2017; Muñoz, 2011). Ahora bien, desde una perspectiva generacional crítica, las relaciones entre mundos adultos y mundos juveniles no están exentas de tensiones y conflictos que develan asimetrías de poder. Lo anterior alude al dominio adultocéntrico, el cual designa “un modo de organización social que se sostiene en relaciones de dominio entre aquello que es forjado como adultez, impuesto como referencia unilateral, respecto de aquello que es concebido como juventud (también niñez y adultez mayor)” (Duarte, 2016: 44). Según Duarte (2016), este adultocentrismo es posible reconocerlo desde tres dimensiones. En primer lugar, la dimensión simbólica refiere a una matriz

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