Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]
280 – juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan. volumen 2 La participación se remite a no quedar ajeno a una tarea, ser parte de ella, pero no construirla. La evaluación de si hay o no participación, se relaciona directa- mente con el cumplimiento o incumplimiento de metas propuestas, logros u objetivos definidos. Hay un mayor foco en el propósito y objetivo final que en el proceso mismo de enseñanza (Bretones, 1996: 71). Bajo esta lógica, participar se reduce a ejecutar, laborar, estar disponible o atento a lo que dicen, hacen o mandan para llevar a cabo con eficacia —en- tendida como la economía del tiempo apelando a una máxima productividad, cumpliendo objetivos concretos— lo que otros han decidido, desde la posición que cada sujeto ocupa en la estructura jerárquica del sistema educativo: “O sea participar es estar motivados y ocupados; actuar y producir, no reflexionar, no decidir y no obrar en consecuencia” (Bretones, 1996: 38) La propuesta participativa que hago parte del reconocimiento de las diver- sas relaciones de poder que se desarrollan en la escuela, que se sustentan en je- rarquías generacionales constitutivas de sociedades adultocéntricas, donde las y los adultos deciden por las personas jóvenes. En la acción participativa se debe compartir la capacidad de decisión y, por tanto, el ejercicio mismo del poder que se refleja en la práctica misma, promoviendo el desarrollo de discusiones previas a la toma de decisión. Dicha decisión compete a todos los miembros de la misma forma, donde ejercen un rol fundamental en los procedimientos de construcción, manteni- miento y transformación de los espacios. Tal como sostiene Paulo Freire (1993), “la participación como tener voz y decidir en ciertos niveles de poder”, por tanto, implica necesariamente compartir dicho poder. La participación de los y las estudiantes dentro de las escuelas chilenas no ha estado presente, ya que los cimientos de la institución escolar se fundan en una lógica jerárquica y autoritaria, donde las y los estudiantes jóvenes no son recono- cidos como voces válidas para analizar los problemas educativos. Este argumento se sustenta en la comprensión de los y las estudiantes como sujetos vacíos, que no son portadores de un conocimiento válido dentro del espacio escolar 10 . Esta 10 Las corrientes conductistas utilizaron este argumento como base de explicación de las formas de conocimiento de los seres humanos, cuyos principales exponentes desde sus orígenes son Watson y Skinner. En complemento a ese discurso, están las posturas que validan desde la psi- cología y la biología dicha visión, sosteniendo que los jóvenes en realidad son adolescentes que, por la etapa en que se encuentran, son inmaduros y no tienen desarrollada la capacidad de tomar decisiones “serias”, ya que ese es un campo exclusivo del mundo adulto, excluyendo con ello también a la niñez y la vejez.
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