Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]

¿Cómo enseñar cuando los y las estudiantes no están? – 273 mente en el aula, pero no están con la atención en el desarrollo de la clase, sino pendientes del mundo virtual de la tecnología; b) de retraso: aquellas situaciones de retraso con respecto a la hora de inicio oficial de las clases en el liceo. Dichos atrasos se realizan de forma sistemática y no hacen referencia a aquellos atrasos circunstanciales por motivos imprevisto; c) del interior: los y las estudiantes que asisten al liceo, pero que intentan pasar lo más desapercibidos posibles, evitando demostrar su participación y su presencia en ese espacio; d) elegido: cuando de- ciden faltar en ciertas asignaturas, en particular por diversos motivos; e) crónico: constantes ausencias físicas, situación que se da con recurrencia y que se vuelve el antecedente más directo de la deserción o abandono escolar. Esta distinción de los tipos de absentismo da cuenta de la diversidad de si- tuaciones que se presentan, y que no solo se refiere cuando el/la estudiante falta a clases. También es importante considerar el vínculo entre el cuerpo y la mente en estas diferentes situaciones, en relación con su presencia/ausencia 5 . El absen- tismo es interpretado asimismo como una forma de habitar el espacio escolar a través de una permanencia nómada: Pibes que circulan por el aula. Por la escuela. No tienen lugar fijo: cada día pue- den estar en un lugar distinto. Con un compañero diferente. O solos. Piden per- miso para salir, una y mil veces. O salen sin permiso. Van al baño, a la biblioteca, a buscar tizas, borradores, al kiosco. A caminar… ¿Qué importa? Y vuelven. Pi- bes —de otros cursos— que entran al aula. ¿Son éstas formas de no-estar? ¿De ausentarse? ¿De huir? (Armella y Dafunchio, 2015: 1089) Quizás podría resultar más pertinente hablar de una nueva forma de habi- tar el espacio escolar más que la mera ausencia, ya que incluso cuando los y las estudiantes faltan a las clases, están en tránsito móvil por la escuela, son parte de dicho espacio. Dicho modo de habitar representa la desafección del/la estudian- te por sus procesos de aprendizaje y enseñanza, que al mismo tiempo es parte de la configuración de sus subjetividades. 5 Dicho planteamiento parte de la premisa de reconocer la corporalidad como una forma de pen- sar y analizar la cultura. Dicha mirada se contrapone con la visión tradicional del pensamiento occidental de entender el cuerpo y la mente de manera dualista. Así, como plantean Julieta Armella y Sofía Dafunchio, desde la perspectiva del embodiment : “Es necesario entender la ex- periencia corporizada como punto de partida para analizar la participación de los sujetos en el mundo actual” (Armella y Dafunchio, 2015: 1083).

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=