Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]
Trastrocaciones adultocéntricas y criterios políticos para la igualdad generacional – 21 ca —a veces rígida— y finita, lleva a que ella sea percibida como cons- tituida en una sola dimensión. Esta unidimensionalidad neutraliza las posibilidades del pensamiento complejo, ya que posiciona la observa- ción y la conceptualización de lo social, como perteneciente a un plano cartesiano, sin volumen, en un orden finito y predefinido, mediante el cual la emergencia de diversidades, por ejemplo, no logra ser contenida y es descalificada como desorden o caos. Considerando que estos diversos mecanismos se verifican en interrelación permanente, podemos interrogar por su emergencia y rendimiento, en especial al momento de pensar cuestiones como las diferencias socioculturales, especí- ficamente aquellas que producen efectos en poblaciones jóvenes. La hipótesis que planteo es que uno de los factores por los cuales se tiende a neutralizar la existencia de diferencias y con ello de diversidad en lo sociocultural tiene, entre otras explicaciones, las racionalidades alojadas en los modos de observación y conceptualización de lo social. Estas racionalidades vienen produciendo efectos que nos ayudarán a com- prender los modos en que, en el plano de las relaciones y de los imaginarios so- ciales, se verifican las nociones y acciones en torno a la diferencia y la diversidad como condensación de unas ciertas miradas del mundo y como propuestas de acción política. Uno de esos efectos es considerar la diferencia como un problema social . Ella es construida como un asunto entre dos: que al ser diferentes son vistos esencial- mente como opuestos; aquí emergen la polarización y la asimetría como meca- nismos de pensamiento. La diferencia es construida como una relación riesgosa; el otro u otra me es desconocido, pues su imagen la observo como riesgo, desde el prejuicio que le estigmatiza y que niega humanidad a la relación posible de establecer. No me asumo diferente a sus ojos observadores, desde una condición egocéntrica construyo el mundo centrado en mí, lo que junto con mis miedos relacionales no me permiten acercarme para ir más allá de esa imagen prejuiciosa que circula en los imaginarios sociales y que acojo como una que transparenta lo que ese otro u otra es. Se niega la alteridad como posibilidad, para el encuentro y el crecimiento mutuo. Se instala la desconfianza como eje de la relación. Desde una perspectiva de género en contexto patriarcal, desde aquí se alimenta la competencia, esa que incita a la conquista —como subordinación y sometimiento del otro u otra— y al triunfo expresado en su muerte, ya no solo simbólica, sino también física/cor- poral. Por ejemplo, la construcción de masculinidades requiere de la necesaria
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