Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]
Hacerse varón en liceos municipales – 217 sociedad, ya que les señala a los varones jóvenes de su comunidad, ya sea con mensajes directos o en otros casos entre líneas, que para llegar a ser adultos en plenitud deben someterse, lo que Olavarría (2017) nombra como ortopedia, es decir, ser varón requiere de un aprendizaje donde los otros varones son funda- mentales para recorrer el complejo camino de la masculinidad y sus promesas de integración y poder social. La construcción del activo, del que está arriba, del que penetra, ocupa espacios, habla, regula, controla, es dominación social, es decir, somete a los términos del poder de dominador a quienes están siendo dominados (mujeres, los otros, los del margen, los varones con menos poder, los menores). La demostración de la virilidad que exige ser varón mayor en el liceo requiere de actos de proeza, de hazañas y glorias que comuniquen el mensaje de la masculinidad (Bourdieu, 2000). Se puede observar cómo las funciones reproductoras del sistema escolar se articulan entre sí, a través de su proceso de socialización escolar y homosociali- zación masculina, sumado a las relaciones generacionales. Esto coincide con di- versos planteamientos que desde las ciencias sociales se han venido sosteniendo sobre la transmisión ideológica, que adquiere diversas formas en lo curricular ex- plícito y en lo curricular oculto, en torno a un proyecto educativo modernizador que sostiene los universales masculino y adulto como sus puntos de referencia, como lo deseable, lo que regula, como aquello que debe lograr como meta social a través del camino pedregoso de la promesa educativa. Becker (2009), en su trabajo sobre marginados, plantea una interesante pista analítica sobre relaciones generacionales. Señala que el poder político y econó- mico del mundo adulto posibilita que estos impongan reglas con el peso de la ra- zón adulta, sin consentimiento y muchas veces en contra de la voluntad de la otra parte. Esto es visto como algo legítimo, ya que se considera que las y los jóvenes no tienen sabiduría ni responsabilidad para construir sus propias reglas. Misma lógica para la razón masculina, los varones hacen las reglas para las mujeres por- que estas, como grupo social, no poseen las condiciones ni las capacidades para hacerlo por sí mismas. En educación, las elites y las clases medias hacen las reglas para que las clases bajas obedezcan en las escuelas a sus proyectos educativos, lo que muestra la relación entre dominadores y dominados: La diferencia en la capacidad de establecer reglas y de imponerlas a otros respon- de esencialmente a diferencias de poder (ya sea legal o extralegal). Los grupos cuya posición social les confiere armas y poder para hacerlo están en mejores condiciones de imponer sus reglas. Las distinciones de edad, sexo, etnia y clase están relacionadas con las diferencias de poder, que a su vez explican el grado
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