Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]
210 – juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan. volumen 2 Y pienso yo, que, porque son más brutos los hombres, tienen más fuerza, son más grandes y quizás uno la choca, les pega, las toca (risas) y se pueden caer y uno queda como malo, igual. Y todos se dan cuenta de estas cosas acá en el liceo. ( José, primero medio) Este poder masculino, naturalizado y estereotipado, requiere del espacio pú- blico para encontrarse con sus subordinados y enseñarles pedagógicamente, a tra- vés de currículo oculto de género, un modo posible de encuentro entre varones y mujeres, en este caso, cruzado por la comprensión del cuerpo de los varones jóve- nes como lo que gana, maltrata y somete a quienes no son el universal masculino adulto. La idea de ser “más” bruto, fuerte y grande coincide con las características del modelo hegemónico de masculinidad patriarcal que se ha aprendido a tra- vés de distintas fuentes de socialización (Tejeda, 2008). La expresión pública de este poder refuerza la segregación del espacio del liceo, ubicando a los géneros y sujetos jóvenes en posiciones desiguales, mermando las experiencias educativas, calidad de vida y debilitando los proyectos educativos institucionales de los liceos, en tanto no todos sus integrantes pueden gozar de los recursos que posibilita la experiencia educativa. El poder masculino estructura el orden del liceo: Un grupo de mujeres estaba jugando fútbol en clase de Educación Física, se veían entretenidas, ya que se reían y compartían entre quienes entraban y salían del juego. En un momento, un grupo de varones, compañeros de curso, comien- zan a interrumpirlas, introducen dos balones a la cancha y juegan un partido de fútbol paralelo al de sus compañeras. Uno de los chicos les quita el balón a las mujeres y lo lanza lejos. Las mujeres se molestan y abandonan la cancha de a poco. Luego de unos cinco minutos, las mujeres que estaban jugando se reagru- pan y comienza a tirar pelotazos a sus compañeros que les habían quitado la can- cha. Los varones les responden que son muy chuecas para pegarles a ellos. Ellos siguen jugando. Ellas se ríen. Uno de los chicos le pega un pelotazo a una de sus compañeras, ella le responde con insultos. Se termina la clase. (Observación cuaderno de campo, clase de Educación Física, primero medio, octubre, 2016) Los espacios del liceo, al ser controlados en estos términos, anuncian el lugar social que el orden masculino posee en la organización social (Conell, 1997). El destierro de la cancha por parte de los varones del liceo en contra de sus com- pañeras muestra cómo las masculinidades hegemónicas entrenan en el poder a los varones en la cotidianidad de los juegos y el deporte. El juego reproduce actitudes imperantes en la sociedad, ritualizadas simbólicamente a través del
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=