Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]
208 – juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan. volumen 2 la relación con las otras masculinidades no solo se basa en el control sobre las mujeres, sino sobre otros varones, similar proceso al de la homofobia. Es decir, la masculinidad en clave de dominación apuesta por fijar las posiciones de poder a través del control de los cuerpos masculinos, mediante el uso de la violencia física y simbólica. La dominación masculina desarrollada a través del proceso de homosociali- zación, al reforzar los aprendizajes para reproducir el patriarcado adultocéntrico, forja cuerpos rudos que se disponen para demostrar socialmente a las mujeres, a otros varones, a sí mismos y a sus contextos, que se está cumpliendo con el mandato de ser un varón de verdad (Madrigal, 2007). En esta construcción, las figuras de los adultos docentes son las que muestran la posición de lo adulto en la sociedad, reconociendo cercanías que podrían constituir pistas para los en- cuentros intergeneracionales, en tanto sean abordados desde una perspectiva de género crítica: Yo creo que es estar como en una plaza, es que los profes hombres tienen más cercanía con uno, este que con los hombres no es como con las mujeres. Porque si un hombre va pal’ lado y le hace así a una mujer, la mujer se va a sentir mal, pero si va al lado de un hombre no va a sentir na’, porque es como estar al lado de un amigo. (Luis, primero medio) Esta proximidad entre masculinidades de distintas generaciones, desde la visión de los varones, aporta interesantes pistas para lo que podría ser un proce- so formativo en clave de liberación, ya que muestra cómo el proceso de homo- socialización posibilita que quienes son reconocidos como adultos, sean vistos con similitud por el hecho de compartir el mismo género. No resulta sencillo el proceso de convertirse en varón, más bien podría ser caracterizarlo como contra- dictorio, lleno de incertidumbre, pero al mismo tiempo lleno de posibilidades (Duarte, 2014). Los cuerpos juveniles heteronormados formados en la masculinidad hege- mónica recrean la promesa de ser varones de verdad y se potencian a través del valor de lo adulto, como aquello que permite fijar normas sociales sobre lo mas- culino y adulto en sociedad. Su fuerza socioeducativa radica en el hecho de que no es vista como un asunto educativo por el sistema escolar, por ende, se hace parte en las relaciones que se dan en el liceo, a través de diversas instancias que se invisibilizan y naturalizan, haciendo de la dominación y del ejercicio del poder mecanismos virtuosos en sus propósitos homosocializadores.
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