Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]

Construcción de masculinidades en un liceo emblemático masculino de la comuna de Santiago – 187 Porque es mal visto socialmente, no podí llorar, vai a ser niñita si llorái . (Alejan- dro) La resistencia a mostrar afectos o emociones es una constante que se repite a lo largo de todas las entrevistas. La prohibición de expresar sentimientos como dolor, temor, tristeza, miedo al abandono, etc., es una cuestión imperiosa de cumplir, y exacerbada como máxima, en este entorno altamente masculinizado. Como se mencionó, aquel que llora no es hombre. Esta feminización de la expresión de las emociones es la barrera entre lo permitido y lo que no. Lo feme- nino es la barrera simbólica de lo masculino (Fuller, 2001), y traspasar la barrera implica la pérdida del estatus de hombre y pasar a ser mujer. 2. Machismo Esta pérdida de estatus se traduce en una violencia de carácter simbólica (Bour- dieu, 2000) hacia aquellos que la padecen. De esta manera, uno de los conceptos centrales de la ideología patriarcal es la violencia simbólica expresada a través del machismo. Este se verifica en la sociedad mediante la diferencia de poder que se establece en lo cotidiano como actitud, individual y colectiva. De esta manera, para Guissi (1987): “El machismo es una realidad social de discriminación social, ligada a una mitología que divide a los individuos en superiores e inferiores, se- gún su sexo, en donde el hombre, por razones “naturales”, es superior a la mujer” (p. 134). Esta supuesta superioridad masculina se expresa en la conversación cotidia- na entre compañeros al interior del liceo, así, el machismo se naturaliza a través de la reiteración diaria de estos comentarios. Al profundizar en estas conductas y comentarios con los estudiantes y hacer visible el machismo, los estudiantes se incomodan y se justifican, ya sea porque la sociedad es así o también porque la familia lo inculcó. La distinción de ro- les domésticos también es una constante en el liceo, de lo cual se concluye que este funciona igualmente como escenario para reforzar esta clase de estereotipos. Como indica uno de los entrevistados: Sí, algunas veces, es que no me siento muy machista, pero a la vez recapacito y siento que soy machista, la cocina es para las mujeres, a veces digo eso con mis compañeros. ( Jaime)

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