Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]
156 – juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan. volumen 2 ción identitaria de los varones, “si eres hombre tienes que trabajar sí o sí”, como señala uno de los padres. De esta manera, se sitúa a los jóvenes principalmente desde la proveeduría en el espacio familiar y en la definición de su paternidad. Esta situación se hace difícil cuando los recursos económicos obtenidos por el trabajo no permiten cumplir con lo que se espera, de acuerdo con los manda- tos de género impuestos por este sistema, reactualizándose lógicas de dominio a pesar de las transformaciones que se han generado durante los últimos años que tiende a democratizar a nivel de discurso las relaciones sociales y sexuales. Los varones jóvenes construyen sus procesos identitarios a partir de las di- ferencias sexuales socialmente construidas, que no solo refieren a lo masculi- no y femenino, sino, por sobre todo a las relaciones entre ambos. Que no han logrado presentar transformaciones profundas en la estructura familiar, y que continúan funcionando de manera asimétrica, donde las mujeres no pueden mandar, solo obedecer, autoridad que continúa depositándose en los varones. No obstante la incorporación de estas al mundo del trabajo, que les pudiera otorgar un posicionamiento diferente al obtenido en el ejercicio exclusivo del rol materno. La construcción de las identidades femeninas para los jóvenes padres está simbolizada en la maternidad. Sobrevalorando el rol reproductivo por sobre otros, se espera que las mujeres prefieran situarse en el espacio familiar para esta- blecer relaciones cercanas con sus hijos, como un espacio natural a su condición de mujer. Sin considerar que la ocupación de ese espacio no es natural, sino más bien responde a las características del contexto social que las conduce al mundo de lo reproductivo como fuente de identificación para ellas. La maternidad se presenta como principio ordenador de la identidad feme- nina, se naturaliza en ellas la reproducción biológica y cultural. Estimulado por el contexto social, donde se desarrolla la experiencia que ofrece limitadas posi- bilidades de reconocimiento público para las mujeres, el ser madres les confiere estatus de adultas sociales, convirtiéndose en la principal fuente de reconoci- miento público para ellas, conducidas socialmente y desde pequeñas a situarse en el universo de lo reproductivo. En cambio, en los varones el sistema social continúa favoreciendo el trabajo como emblema de masculinidad, que les permite participar en el espacio público y de las exigencias que impone el mercado a través del consumo. Las largas jorna- das laborales, los tiempos utilizados en trasladarse y los bajos sueldos los obligan a invertir tiempo extra en sus trabajos, para cumplir con la difícil tarea de man- tención de su grupo familiar, en un medio altamente segregador y excluyente. El hombre debe trabajar sí o sí, de lo contrario pierde su prestigio, se convierte
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