Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]
Paternidades en tensión – 145 que la dominación masculina estructura un mundo social construido por y para el hombre. Actúa a través de diferentes instituciones que reproducen esquemas de pensamiento que naturalizan las diferencias y las desigualdades en términos de sumisión y subordinación para las mujeres. Hombres y mujeres juegan las reglas de juego de la violencia simbólica, por tanto, son reproducidas en la coti- dianidad de manera inadvertida. Esta división sexual del trabajo acarrea opresión para las mujeres, situación que no es inevitable, sino producto de las relaciones que organiza el sistema sexo/género. Rubín (1996), basándose en el análisis realizado por Marx, señala que una persona de raza negra solo se convierte en esclavo en determinados tipos de relaciones, así, la mujer es una mujer, pero se convierte en esposa, doméstica, sirvienta, prostituta en determinado tipo de relaciones. La satisfacción de las necesidades sexuales y de reproducción o modos re- productivos obedece a una creación humana que está estrechamente vinculada al sistema social, al igual que los modos de producción, o la vida económica de una sociedad. Así, toda forma productiva incluye también formas de reproducción de herramientas, de mano de obra y de relaciones sociales. En este sentido, el sistema capitalista no es solo un modo de producción que pretende la creación y expansión del capital a través de la obtención de plusvalía. El capitalismo hereda una especial forma de entender lo masculino y lo femeni- no, siendo la opresión sexual parte de esta herencia, como también los papeles binarios que encarnan hombres y mujeres (Rubín, 1996). 2.1. Organización de la vida sexual y reproductiva en sectores empobrecidos Los modos reproductivos de organización de la vida sexual, para los jóvenes pa- dres en este contexto particular, lejos de acercarlos a un sistema de relaciones igualitarias, los conduce a una división sexual del trabajo que naturaliza en las mujeres funciones relacionadas con la reproducción y la crianza, cercana a l@s hij@s, asignándoles la responsabilidad principal de este quehacer. En cambio, a los varones se les atribuye roles productivos, encargados del sustento económico de la familia, donde el trabajo se convierte en un eje identificatorio fundamental de su masculinidad, reproduciendo lógicas de dominación bajo un sistema jerar- quizado de relaciones sexuales. Lo femenino Durantemucho tiempo, el símbolomariano impregnó las construcciones identita- rias genéricas femeninas, específicamente la reproducción de ciertos valores en las
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