Encuentro Archivo, Documentación y Patrimonio Teatral
55 El Centro de documentación de Teatro y Danza del Complejo Teatral de Buenos Aires Ana Itelman El objetivo de un centro de documentación del arte escénico, dependiente de una Institución Teatral es localizar, recoger, conservar, analizar y difundir toda la información relacionada con las producciones que el organismo desarrolle, con las ampliaciones imaginables hacia el resto del sistema teatral de la ciudad o país en que resida. Con este criterio nació un espacio de preservación y difusión de un patrimonio común, que tuvo como antecedente al Archivo del Teatro San Martín, creado en 1981 y a la Biblioteca de la misma institución, que comenzó a funcionar a comienzos de los años ochenta. Ambas propuestas respondieron a la inquietud de Kive Staiff, en su carácter de director general del Teatro en ese momento de la vida del Organismo público. La tarea por realizar fue explicitar el ligamen entre el patrimonio cultural y las identidades colectivas. Revisar el obsoleto criterio de identidad ya que las producciones en artes escénicas están sostenidas en los principios de identidad y memoria. Considerar la identidad de una comunidad como un sustrato inmutable, incapaz de transformarse y emparentado con un espacio mitificado del pasado dorado al que siempre hay que recurrir, es un error cometido por ingenuidad o manipulación política. El repensar lo identitario (ya alejados de considerarlo como un bloque monolítico rastreable en un pasado mítico inexistente), como una multiplicidad de voces cambiantes en un mundo de fronteras porosas, es uno de los desafíos que impone una etapa que no acepta de discursos hegemónicos y vacíos de contenidos. Las sociedades han sido fundadas al calor de rituales en los que la reunión se torna imprescindible; ellos son los que fomentan las relaciones, las alimentan y les dan sentido positivo. En ese grito de subsistencia de los conjuntos sociales, la creación artística no puede ser ni una réplica de los discursos alienantes ni una expresión estética alejada de ese relato que los sostienen como tales y evitan que los hilos de su malla comunitaria, malheridos, pero enhiestos sean teñidos por voces perversas o reemplazados por piezas sintéticas inertes. La comunidad elige al teatro como una manera de reposicionarse desde un relato de sus existencia como tal, sin ser obsecuente con mensajes o prácticas que no la representan o la disgregan en compartimentos estancos, verdaderos nichos donde reinan los silencios o las palabras del afuera. Ese relato, cargado de ironía y reconocimiento de las capacidades lúdicas y de teatralidad corporal no busca en odres viejos, en pretérita evocación a un mitificado pasado respuestas a las miserias a las que está presuntamente condenado por un orden injusto. El Centro de documentación de Teatro y Danza del Complejo Teatral de Buenos Aires/ Ana Itelman
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