Encuentro Archivo, Documentación y Patrimonio Teatral

19 Conclusiones Este recorte histórico que acabo de expresar en una síntesis muy económica podría, perfectamente, condensar parte de la pregunta que hoy anima amuchos estudiosos del campo cultural y artístico: ¿cuál es la fuerza que sostiene los archivos y los hace durar? En buena medida, la respuesta está contenida en esta introducción y los escritos que le suceden. En aquello que para algunos autores se conoce como “economía cultural”, existe un intercambio incesante entre el archivo de los valores culturales y el espacio exterior a dicho archivo. Coleccionar o custodiar cosas entendidas como relevantes supone no sólo un afán por retener la historia considerada importante por una cultura. Se trata, con toda seguridad, de retener una temporalidad cargada de sentido y fijarla en registros que actúan como reservas materiales. El principio que opera como impulso es hacer ingresar en el archivo lo que es importante para el archivo, y esto nos lleva a una discusión de fondo respecto de aquello que nosotros –en este caso, quienes estamos interesados en la investigación y la documentación teatral- consideramos como válido para entrar en un espacio de representación. Es decir que, por ejemplo, representar algo en el archivo teatral chileno significa, antes que todo, una política de representación (que, como sabemos, define en buena parte las tensiones o pugnas en el mundo académico. Verbigracia, la definión del canon, la elección de un sistema de preferencias teatrales, el silencio o la omisión flagrante respecto de obras y artistas que no consideramos “válidos” o “legítimos”). Actualmente, existe una discusión muy activa en torno a problemas como éste: ¿qué debe representarse en el archivo y quiénes pueden determinar (y no sólo administrar) la composición del archivo? Entre la caducidad, el detrioro o la desaparición de registros, emerge una constante memorialista que nos impele a tomar decisiones muchas veces contradictorias. A veces tan contradictorias como decidir –nosotros mismos- qué ingresa y qué dejamos fuera del archivo teatral chileno.