Encuentro Archivo, Documentación y Patrimonio Teatral
17 formalización de un discurso político “que no sólo plantea sino que explicita en sus antagonistas y protagonistas dramáticos la lucha de clases” (Hurtado y Ochsenius, 1982, 10). Pero también es un teatro que subvierte el orden canónico para dar cabida a la creación colectiva, al lenguaje discontinuo de la televisión, al sketch y a las renovaciones formales que atestiguan o documentan un estado de marcada crispación social. Podemos entender, de acuerdo con la visión casi unánime de los estudiosos del teatro chileno de esta época, que la producción teatral de esta hora estuvo marcada –discursivamente- por el interés en testimoniar las condiciones de vida y de lucha de los sectores populares.Ya sea por medio de una expresión de denuncia o de carácter didáctica, el teatro del momento es eminentemente político. La explicitación de esta característica se evidenciará en sus distintos relatos o variantes expresivas: teatro aficionado, teatro poblacional, teatro obrero y teatro campesino. Estas teatralidades, desde la perspectiva de Grínor Rojo, representan a un país en el que “los estratos subalternos de la sociedad poseen la fuerza que hace falta como para reclamar de parte del estado disposiciones que propenden a una distribución más equitativa de la riqueza, a una continua expansión de la justicia social, a una firme defensa de la democracia política y a un paulatino incremento de las oportunidades educacionales” (1985, p. 25). Si el teatro producido con antelación al Golpe Militar –independiente de su factura u origen- estuvo signado por la prevalencia de un modelo de movilización social y por ende, de ser impulsor de una conciencia crítica en torno a los ejercicios de poder y hegemonía, también fue protagonista indiscutido del profuso desarrollo cultural que evidenció el país durante el gobierno de la Unidad Popular, y que, cabe precisar, no es otra cosa que la respuesta natural al denominado estado de compromiso que hubo de actuar, desde los inicios del Frente Popular, como marco de referencia para la búsqueda de soluciones políticas y educativas de una clase media emergente y protagonista de los cambios históricos que observaba el país. Derrotado el gobierno de Salvador Allende, la validez de ese estado de compromiso desaparece. El modelo que le sucede –ultraliberal en lo económico y autoritario en lo político- dejará su impronta en los primeros años de la dictaduramilitar,período en que algunos grupos profesionales observan con amargura la desaparición de algunos de sus miembros, o bien deciden, sea de manera forzada o voluntaria, irse al exilio; otros simplemente se desarticulan y los menos sobreviven a la persecución y el hostigamiento del régimen. Como reiteran la mayoría de las historias del teatro chileno, los más afectados en este proceso de intervención y ocupación son los teatros universitarios, y particularmente el de la Universidad de Chile. El ejercicio de relevos de poder, de ajuste de cuentas, resulta implacable. Bajo la nueva égida, el otrora bastión de la cultura teatral chilena pasó a ser el representante de una cultura Memoria, archivo y representación
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=