Encuentro Archivo, Documentación y Patrimonio Teatral
13 La memoria colectiva desafía los intentos de reificación en el bien entendido que las memorias siempre son memorias compartidas. Lo colectivo de las memorias, advierte Elizabeth Jelin, “es el entretejido de tradiciones y memorias individuales, en diálogo con otros, en estado de flujo constante, con alguna organización social –algunas voces son más potentes que otras porque cuentan con mayor acceso a recursos y escenarios- y con alguna estructura, dada por códigos culturales compartidos” (2002, 22). Estaperspectivapermitecentrarlaatenciónenlosprocesosdeconstruccióndeesamemoriacolectiva, dando lugar a los distintos actores sociales y al terreno siempre conflictivo en el que se transan las negociaciones de sentidos del pasado. Además, da la posibilidad de discutir la vigencia de memorias dominantes, hegemónicas u oficiales. Según la concepción de Halbwachs (2005), las propias nociones de tiempo y espacio son construcciones. En tal sentido, las representaciones que traducen los discursos de memoria estarían signadas por el carácter variable e histórico de estas construcciones, abriendo paso, de este modo, a la diversidad de maneras de pensar el tiempo y de conceptualizar la memoria. Otra relación significativa es la que se establece entre memoria e identidad. Las identidades, sean éstas individuales o grupales, están ligadas a un sentido de permanencia en el transcurso del tiempo y del espacio. La capacidad de recordar algo del pasado es lo que sostiene la identidad de sujetos y colectividades. Esta relación de mutua constitución en las subjetividades, nos permite colegir que “las identidades y las memorias no son cosas sobre las que pensamos, sino cosas con las que pensamos. Como tales, no tienen existencia fuera de nuestra política, nuestras relaciones sociales y nuestras historias” (Gillis, 1994, p. 5). La identidad –nacional, de género, política o de otro tipo- se constituye a partir de la selección de determinados hechos o memorias que generan la relación entre sujetos. Estos parámetros de identidad, que se elaboran en función de ejercicios de identificación y diferenciación con “otros” para así poder establecer los límites de la identidad, configuran los marcos sociales en los que se encuadran las memorias. Teatro, historia y memoria Teatro, historia y memoria configuran un espacio temático de amplias resonancias, pero al mismo tiempo de fluctuaciones, anclajes y filiaciones siempre dinámicas. El teatro visita la historia, o bien la historia es leída desde una teatralidad específica; la memoria irrumpe en medio de éstos como una intersección compleja en ese presente donde el pasado es el espacio de la experiencia y el futuro es el horizonte de expectativas. Memoria, archivo y representación
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