Traumatología de la rodilla
Universidad de Chile B. Tumores benignos activos: tiene lento crecimiento, pero progresivo, por lo que suelen ser sintomáticos. En general se manifestan por dolor al comprometer el segmento óseo de origen, y rara vez producen síntomas mecánicos o por compresión de estructuras vecinas. La sintomatología es la causa habitual para la indicación terapéutica. En este caso, la resección mediante el simple curetaje es sufciente. Para algunas entidades específcas (i.e. osteoma osteoide), se han desarrollado técnicas menos invasivas, como la ablación percutánea mediante radiofrecuencia. Figura 6. C. Tumores benignos agresivos: si bien histológicamente no presentan características de malignidad, exhiben un comportamiento invasivo, con destrucción del hueso e incluso invasión hacia partes blandas circundantes. Tienen además una propensión a la recidiva local si la extirpación no es lo más amplia posible. Entre estos tumores destacan el condroblastoma en niños, y el tumor de células gigantes (TCG) y quiste óseo aneurismático (QOA) en el adulto. Por esta agresividad local, el tratamiento quirúrgico a veces implica la resección del segmento óseo afectado, y reemplazo mediante endoprótesis, injertos óseos alogénicos, o la combinación de ambos (alo-prótesis). Sin embargo, la localización meta-epifsaria del condroblastoma y el TCG, suele respetar (en mayor o menor medida) una lámina de hueso subcondral, lo que permite utilizar técnicas que conservan la articulación nativa. Entre estas, destaca el curetaje -cuidadoso y lo más extensivo posible- el uso de adyuvantes locales tendientes a minimizar las posibilidades de recidiva (fenol, nitrógeno líquido, gas argón, curetaje con fresas a alta velocidad) y el relleno de la cavidad resultante, ya sea mediante injerto óseo o cemento. 447 Figura 6. RNM de una lesión geográfca bien delimitada, sin signos de agresividad, en la tibia proximal en una paciente joven. Es asintomática y aparece casualmente al realizarse el examen por otra razón. En el TAC de la derecha se aprecia una típica opacidad en “vidrio esmerilado”, sugiriendo una displasia fbrosa ósea. Se le aconsejó observación y control periódico con imágenes. Figura 6
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