Traumatología de la rodilla

Universidad de Chile Esto quiere decir que, si la clínica y la RNM son negativas, es poco probable que se trate de una lesión, y, si son positivas, el diagnóstico no se puede descartar con total confanza. 4 Una vez realizado el diagnóstico, se debe efectuar un estudio complementario al paciente pediátrico para poder determinar cuál es el mejor tratamiento. El estudio consiste en estimar la edad fsiológica y la ósea. A fn de determinar la primera, se realiza la valoración de la maduración sexual según el desarrollo físico, llamada escala de Tanner. 5 Esta se realiza mediante un examen físico en el que se categoriza al paciente en uno de cinco estadios. Para estimar la segunda, se realiza una radiografía de mano y muñeca que se evalúa según el atlas de Greulich y Pyle. 3 Junto con la edad cronológica del paciente, son estos 2 métodos los que se utilizan, por separado o combinados, para estimar el riesgo relativo y las consecuencias potenciales de la lesión fsiaria iatrogénica. Finalmente, se realiza una telerradiografía de extremidades inferiores preoperatoria y postoperatoria, este examen tiene como fnalidad defnir si el paciente tiene alteraciones de crecimiento longitudinales o angulares que pudieran afectar su resultado postquirúrgico, o si la técnica quirúrgica podría provocar alteraciones a largo plazo. Manejo de la lesión En cuanto al manejo de la lesión, que constituye el objetivo principal de este capítulo, existen estudios retrospectivos sobre un espectro amplio de pacientes que avalan la reconstrucción temprana del LCA. En estos estudios, se observan mejores resultados funcionales y un retorno deportivo completo en un 85,7% de aquellos con reconstrucción temprana. Con tratamiento no quirúrgico o tardío, en cambio, se describe que ninguno de los pacientes recuperó el nivel deportivo previo a la lesión. En este último grupo, además, se advierte inestabilidad mayor y laxitud patológica residual en un 75%, versus un 13,6% de los pacientes con reconstrucción temprana, y en consecuencia una mayor tasa de lesiones asociadas observando un 34,5% de lesiones meniscales versus un 3,9%, respectivamente. 6 Sin embargo, el tratamiento no quirúrgico se ha descrito como una opción viable y segura para pacientes inmaduros esqueléticamente que no tienen lesiones asociadas o problemas de inestabilidad mayor, donde se realiza una rehabilitación de alta calidad. Se señala, además, que el número de episodios de inestabilidad previos a la cirugía parece ser un factor más importante que el tiempo transcurrido entre la lesión y la cirugía. Las decisiones en torno a una cirugía temprana se basan en esta consideración. Aún faltan resultados de estudios prospectivos que respalden de forma más detallada y con mejores evidencias estas decisiones terapéuticas. 4 Una de las mayores preocupaciones que existen al reconstruir el LCA en pacientes con fsis abierta es provocar una alteración del crecimiento longitudinal o angular de la extremidad y la re- rotura del LCA post reconstrucción. En la literatura especializada, se informa que la alteración del crecimiento tiene desde un 0% hasta un 3,9% de incidencia, lo que da un promedio de 1,8%. 7 Las causas observadas son la epifsiodesis, instalación de elementos de osteosíntesis a través de la fsis, la tenoepifsiodesis y el hipercrecimiento. Éste último debido a la estimulación de la fsis por el procedimiento. En cuanto a la epifsiodesis, correspondiente a la creación de un puente óseo a través fsis, se puede producir por usar la técnica de Hueso tendón Hueso (HTH), descartada su uso en este grupo de pacientes por instalar un tarugo óseo a través de la fsis, y por realización de un túnel transfsiario. Dentro de este último se ha visto que los factores más relevantes son el tamaño y la angulación. La tenoepifsiodesis, por ejemplo, se produce por una tensión excesiva del injerto que pasa cerca de la zona fsiaria. 321

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