Traumatología de la rodilla

T raumatología de la rodilla Palpación Se debe palpar sistemáticamente toda la rodilla, en el mismo orden para no cometer omisiones o errores. Con la rodilla en extensión, se debe precisar la existencia de derrame. Para esto con una mano se presiona el receso suprapatelar con tal de que el líquido intraarticular migre a inferior y aleje a la patela de la cara anterior del fémur. Con la otra mano se debe presionar la patela intentando deprimirla, por la poca resistencia que proporciona el líquido descenderá hasta sentir un tope frme que es el encuentro con el fémur. Este signo es llamado tecla, témpano o similares. El rango pasivo se objetiva tomando la extremidad del paciente y gentilmente llevándola a extensión y fexión máximas, se debe consignar el rango logrado, si se presenta dolor y además se debe observar la excursión patelar y la presencia de crépitos. Se sugiere que la palpación exhaustiva se realice en decúbito con la rodilla en fexión de 90 grados con el pie apoyado en la camilla. Por el lado medial se debe palpar dirigidamente el epicóndilo medial y el tubérculo adductor, la línea articular y la inserción de la pata de ganso. En la cara anterior se sugiere comenzar de proximal a distal palpando la inserción del cuádriceps, el origen del tendón patelar justo distal al polo inferior de la patela y la inserción distal del tendón patelar en la TAT. En caso de sospecha de lesión aguda del mecanismo extensor se debe palpar cuidadosamente buscando el sector del gap tanto a nivel del tendón cuadricipital, tendón patelar o en la patela. En casos de disfunción patelofemoral, la palpación de estructuras puede no gatillar dolor, sin embargo, algunos pacientes presentan dolor a la palpación y una mayor tensión del retináculo lateral que se manifesta con un menor desplazamiento hacia medial de la patela, la imposibilidad de tratar de evertirla o el dolor al intentar hacerlo. Por lateral se debe palpar la banda iliotibial y seguir su trayecto de proximal a distal buscando dolor en su paso sobre el epicóndilo, en donde más que producirse fricción se tensan las fbras de Kaplan que unen la banda con el epicóndilo y que pueden hacerse sintomáticas. El borde lateral de la patela y el retináculo lateral son estructuras dolorosas en el caso de disfunción patelofemoral. La patela normalmente lateralizada esconde el CFL. El epicóndilo lateral es el origen del LCL, el que en personas delgadas puede ser palpado al tensarlo con un ligero varo de rodilla y fexión de rodilla (posición conocida como “fgura de 4” en artroscopia de rodilla), su inserción distal en la cabeza de la fíbula es anterior a la llegada del tendón del músculo bíceps femoral que en caso de tendinopatías, se hace doloroso. La línea articular debe ser palpada en toda su extensión buscando dolor y pequeños aumentos de volumen blando que pueden corresponder a quistes parameniscales asociados a roturas, estos quistes se encuentran con mayor frecuencia en roturas meniscales laterales cercanos a las mismas. En el lado medial la íntima relación del LCM con el menisco difculta la aparición de quistes parameniscales. La zona posterior de la rodilla rara vez es sintomática por lo que de rutina no se aconseja examinarla a fondo, como tamizaje en el examen de rutina se pueden palpar los tendones del bíceps femoral, los isquiotibiales y la zona poplítea buscando aumentos de volumen o dolor. Si el motivo de consulta del paciente es dolor posterior o existe algo en la historia que nos haga pensar en la existencia de alteraciones en esa zona de la rodilla, se debe examinar al paciente en decúbito prono, buscando pulso poplíteo, signos de lesión como equímosis o hematomas y se debe palpar la zona en busca de aumentos de volumen o signos infamatorios locales. 22

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=