Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II
– 982 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier …del nombre bunduqun, que en Arabigo vale tanto como auellana; por la semejança que tiene en ser redonda: y bunduqun propiamente sinifica la ciudad de Venecia, de donde lleuaron las posturas de los auellanos, o su fruta: y por esso le pusieron el nombre de la tierra de do se llebò, como es ordinario: pues dezimos Damascenas, çaragocies, a las ciruelas de Damasco, y Çaragoça. Bergamotas y Pintas, a las peras de Bergamo, y Pinto, &c. Esta interpretacion es de Diego de Vrrea. El padre Guadix dize, que albondiga es vocablo corrompido de albidaca, que vale carne picada y mezclada con otra. […] Iuan Lopez de Velasco dize viene del nombre bonduq, que en Arabigo vale cosa redonda. El DA adopta las tres, resumiéndolas considerablemente y omitiendo su procedencia, y, además, explica cuáles son los requisitos que debe cumplir una etimología para poder ser aceptada: debe ser “propria” tanto “por su significado” –hoy diríamos: semánticamente– como “por la voz” –esto es: fonéticamente–: Es voz Arabe, que segun algunos Autóres viene de la palabra Buduqun, que vale tanto como avellána. Otros dicen que trahe su or íg en esta voz de la Arabe Bonduq, que significa cosa redonda, y otros que viene de la palabra tambien Arabe Albidaca, que significa carne picada, mezclada con otra. Qualquiera de estas etymologías es mui própria por su significado, y por la voz: y añadiendo el artículo Al conviene con nuestra voz Albóndiga … 4. CONCLUSIONES El estudio que precede ha revelado nítidamente el modo de trabajar de los autores del primer diccionario académico a la hora de redactar la información etimológica de la microestructura de su obra, especialmente la correspondiente a las voces que presumían de origen árabe: reunían, en un primer paso, las hipótesis propuestas por los autores que anteriormente se habían pronunciado sobre las etimologías, principalmente –aunque no exclusivamente, pues en ocasiones introducían también propuestas que habían encontrado en otras fuentes– las que les ofrecía el Tesoro de Covarrubias, y las cotejaban críticamente. En un segundo paso añadían, al menos en una serie de casos, documentación sobre el hispanoárabe localizada por ellos mismos en el Vocabulista aráuigo de Pedro de Alcalá, llevando a cabo, de este modo, ocasionalmente una indagación etimológica original. Sobre esta base hacían una valoración crítica y expresaban sus preferencias (aunque, generalmente, sin argumentarlas). En la descripción de este proceso nos hemos centrado en al aprovechamiento de una fuente muy peculiar, Diego de Guadix, autor de miles de etimologías arábigas de calidad científica muy dispar. Este material, muy necesitado de una valoración crítica, había sido cribado drásticamente ya por Covarrubias –el eslabón intermedio en la transmisión de las hipótesis de Guadix al DA –, lexicógrafo que había adoptado en su Tesoro tan solo una parte muy limitada de estas (las 2275
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=