Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 981 – En torno a las fuentes lexicográficas del primer diccionario... • Stefan Ruhstaller 3.6. Aciertos y desaciertos etimológicos Para terminar podríamos preguntarnos si, desde la perspectiva que nos da la investigación etimológica moderna, propiamente científica, y no solo especulativa como la de la época en que se elaboró el DA , los académicos fueron afortunados o no a la hora de seleccionar las propuestas etimológicas de los autores anteriores y de emitir sus valoraciones propias. La comparación de las etimologías procedentes de Diego de Guadix aprobadas por ellos con las que nos ofrecen diccionarios etimológicos como el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Corominas/Pascual (1983-1991) o el Diccionario de arabismos de F. Corriente (1999) revela que acertaron en numerosos casos, por ejemplo en los de achaque , alcándara , alcuzcuz , algalia , algazara , álgebra , alguacil , alhaja , alloza , almarjo , almarraxa , almofrex , almohaza , almojábana , alquerque , arrecife , arrelde , arsenal , atalaya , atanquía , atarragar , ataúd , axaqueca , axerquía , axuar , azabache , azagaya , acémila , azotea , azufaifo , badana , baharí , badana , maxmordón , seca y tabique . Es cierto que también erraron en no pocos 16 , pero ello no constituye un desmérito demasiado grande, pues a principios del siglo XVIII, como es evidente, no existía aún una metodología científica sólida para investigar el origen del léxico 17 , ni se disponía de una base documental suficiente. De hecho, para pronunciarse sobre la validez de una etimología básicamente dependían de su intuición, por mucho que fueran conscientes de que tenían que existir criterios objetivos para valorar la credibilidad de un étimo. Estos criterios meritoriamente los identifican –de forma muy vaga, es cierto– en el artículo dedicado a la voz albóndiga . Covarrubias había señalado para la voz, que definía como ‘carne picada y sazonada con especias, hecha en forma de nueces o bodoques’, tres etimologías arábigas distintas, sin valorarlas: 16 Mayoritariamente se equivocaron cuando se trataba de palabras cuyo origen es calificado aún en el DCECH de “oscuro” o “incierto”, o que requieren para su explicación conocimientos lingüísticos inexistentes en la época (como vega , parra , nava , zarza , zato , muesca ). Un tanto decepcionantes son casos como sierra (en la parte etimológica de la microestructura hallamos únicamente la afirmación “Covarr, citando al P. Guadix, dice ser nombreArábigo, y que vale lo mismo que desierto”, a pesar de que en la definición se explicaba perfectamente la metáfora: “Se llama la cordilléra de montes, ò peñascos cortados, por lo que se semeja à los dientes de la sierra”) o luego (se señala que “Covarr. citando al P. Guadix, dice que es voz Arabiga, y que sale de la voz Lalguaqt, que significa a la hora”, a pesar de que Covarrubias ofrecía todos los datos necesarios para determinar la etimología correcta; véase para este caso Ruhstaller 2017b: 321. 17 No obstante, al menos la práctica de consultar la valiosa obra de Pedro de Alcalá en busca de testimonios del léxico hispanoárabe revela su instinto lingüístico y constituye el embrión de un método cercano al de la investigación etimológica moderna. Es interesante recordar que, como ha señalado F. Maíllo, ya Bernardo de Aldrete había sido consciente de la importancia del Vocabulista aráuigo para el estudio de los arabismos del español (Bajo/ Maíllo 2005: 30).

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