Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II
– 938 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier 2. MARCO CONCEPTUAL 2.1. El pretérito perfecto compuesto en español: estado actual y orígenes El pretérito perfecto compuesto del castellano (en adelante, PPC) es un tiempo de pasado, pero que funciona sobre la base de la vinculación del evento localizado en el pasado con el momento de enunciación, a diferencia del perfecto simple. De este modo, se ha afirmado que el PPC funciona en la perspectiva del “presente ampliado” hacia el pasado (Alarcos 1978; Hernández 1984). El PPC del castellano actual tiene origen en la construcción resultativa latina habere + complemento directo + participio pasado, en la que habere tenía valor posesivo y el participio funcionaba como una predicación sobre el objeto directo de habere , por lo cual participio y objeto directo tenían concordancia nominal. Entre los siglos V y VI, la construcción con habere comenzó a adquirir un valor que ya no era resultativo sino de anterioridad cercana al punto temporal de referencia y considerada como ligada a él. En castellano, es este último valor el que va a extenderse durante la época medieval y el que terminará reorganizando el sistema verbal. El PPC del castellano estándar actual se consolida en sus características fundamentales a fines del s. XV, aunque ya en el s. XII tenía un estado avanzado de gramaticalización, lo cual se manifiesta en: 1) la fijación y desemantización de haber como auxiliar; 2) pérdida de la concordancia del participio; 3) fijación de la solidaridad semántica y sintáctica entre el verbo auxiliar y el participio (Azofra 2006; Romani 2006; Martínez Diez 1988; Rodríguez Molina 2003). La consolidación del PPC con haber va asociado con otros fenómenos como la disminución y definitivo abandono de ser con esta misma función (que se especializa en las construcciones pasivas) y el retroceso progresivo del valor léxico transitivo de posesión originario de haber a expensas de tener (que pasa a suplirlo en todos sus valores léxicos), procesos que concluyen definitivamente en el s. XVI. Por otra parte, en esta misma época la distinción de funciones entre el PPC y el perfecto simple quedó delimitada, al menos en la lengua de la literatura de los Siglos de Oro. Las características sincrónicas y diacrónicas antes señaladas ilustran fielmente la situación actual del castellano estándar peninsular, pero no la complejidad del diasistema hispánico. Por un lado, el habla de la zona noroccidental de la península ibérica no experimentó este cambio, y en ella la forma simple del perfecto sirve tanto para localizar eventos en un momento anterior no vinculado al momento de enunciación como para localizarlos en un momento anterior muy reciente (Penny 2000; Rodríguez Molina 2003; Rojo 2005). La extensión geográfica de esta situación debe haber sido, en siglos anteriores a la consolidación del cambio, de mayor extensión, incluyendo los antiguos dominios leoneses. Además, la
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