Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 889 – La indagación etimológica de los préstamos de lenguas africanas... • Mario Portilla pues excluye o invisibiliza a los hablantes de más de 300 lenguas afroasiáticas, como las bereberes, que se hablan en el norte del este continente y de las lenguas autronesias de Madagascar. Además, diacrónicamente, no existe una familia lingüística “africana”, ni siquiera en el sentido de una macrofamilia o superfamilia. La denominación “afronegrismo”, además del resabio racista que rezuma, también es muy equívoca, ya que, por un lado, las poblaciones del “África negra” nunca han sido homogéneas lingüísticamente y, por otro, muchos de estos pueblos nunca fueron víctimas del comercio colonial de esclavos, como es el caso de los zulúes. De manera general, en el continente africano se reconoce la existencia de cinco familias lingüísticas: la afroasiática (esparcida sobre todo en los territorios septentrionales y del centro de este continente y en la región conocida como el cuerno de África), la nilo-sahariana (que se extiende por el centro de África), la níger-congo (que comprende territorios de la mitad del continente), la khoi-san [o joisiana] (en el sur de África) y la austronesia (en la isla de Madagascar). La gran mayoría de los esclavos llegados a América fueron extraídos de territorios de África Occidental en donde se hablaban lenguas de la familia níger-congo. Ciertamente, África Occidental es una de las regiones del mundo con una mayor diversidad lingüística (junto con Nueva Guinea). La níger-congo es, probablemente, la mayor familia lingüística del mundo con unas 1.400 lenguas distintas (Olson 2004: 3). Es conocido que los esclavistas intentaban traer en los barcos contingentes de esclavos que fueran lingüísticamente heterogéneos con el fin de evitar posibles rebeliones (cf. v.gr . Chumaceiro & Álvarez 2004: 96). Así, Nunn (2008: 146) señala que, según 54 registros distintos de la trata de esclavos, entre los siglos XVI y XIX, 80 656 personas llevadas a América desde África fueron asignadas a 229 grupos étnicos diferentes Sin embargo, a pesar de lo anterior, recientemente se ha empezado a reconocer que los hablantes de lenguas bantúes tuvieron una gran relevancia a nivel social y cultural en muchas regiones del continente americano. Este hecho ha sido constatado para el caso de varias lenguas criollas, como el saramaca (criollo de base léxica inglesa y portuguesa de Surinam) o el palenquero (criollo de base léxica española de Colombia). En estas lenguas, el aporte léxico de origen africano proviene especialmente del kikongo (cf. Daeleman 1972; Good, 2009; Schwegler 2002, 2006, 2016). En el palenquero también se ha determinado la existencia de una cantidad no despreciable de préstamos del kimbundu (Schwegler 2002, 2006). Ambas lenguas pertenecen al grupo de lenguas bantúes propiamente dichas de la rama benue-congo de la mencionada familia níger-congo. En Cuba también, al estudiar más recientemente el habla secreta usada en las religiones ancestrales de los descendientes de esclavos (como la Regla de Palo Monte), se ha podido determinar la relevancia del kikongo en la conformación de esta habla residual (Fuentes Guerra & Schwegler 2014). Valdés (2013: 24) señala que, en la región central de esta isla, a mediados del siglo XIX, la mayoría

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