Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II
– 854 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier específico en una lengua particular. En cuanto recurso, es la instanciación de un conjunto de significados, creados e intercambiados como prácticas sociales institucionalizadas por la ideología, el género y el registro. Concretamente, toda muestra de oraciones copulativas enfáticas va a provenir de un registro específico como expresión de la actividad social manifestada en el estrato del género, dentro del cual se intercambian significados que dan cuenta de sistemas también específicos de creencias (ideología). El análisis de la dimensión lingüística debe ser necesariamente trinocular por la naturaleza estratificada del lenguaje. Si bien son indispensables tres ángulos o perspectivas de visión para una descripción exhaustiva, el ángulo superior es central, pues en la vida social se negocian prioritariamente significados o mercancía semiótica (Halliday y Matthiessen 2014). Los significados, como se ha venido sosteniendo, se encuentran convencionalizados y organizados en tres zonas semióticas generales denominadas metafunciones: Figura 2. Estratificación, metafunción y ángulo de visión (Quiroz 2015) En cada metafunción convergen los múltiples usos del lenguaje y se mapean las necesidades semióticas de la sociedad (Halliday 1982). La cláusula, entendida como la expresión congruente y típica de una situación experiencial, realiza las tres dimensiones metafuncionales del lenguaje, esto es, las tres zonas de significación que hacen de la estructura la expresión de un evento (metafunción experiencial), una relación intersubjetiva (metafunción interpersonal) y un mensaje (metafunción textual). Dicha configuración se visualiza en el siguiente perfilamiento elaborado por Halliday y Matthiessen (2014: 212):
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