Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 843 – Tipología de las academias de la lengua española • Francisco Javier Pérez de las academias nacionales y el carácter multilateral y democrático de sus decisiones gubernativas y de sus acciones de estudio. El año 1960, en el marco del tercer congreso de la Asociación, los gobiernos de España y de los países hispanoamericano, firmaron un acuerdo que, no solo recogía el sentido unificador del español y la necesidad de fomentar esa unidad, sino que señalaba el compromiso de apoyar económicamente a las academias y a la asociación misma. El texto llamaba a que “todos los pueblos de habla española se unan para la defensa y desarrollo de su lengua común” y calficaba a la lengua de “patrimonio espiritual” de estos pueblos ( Convenio 1960: 5). La trascendencia del convenio era enorme, pues daba carácter oficial, nacional y panhispánico a las corporaciones destinadas en cada país a los asuntos de la lengua. Los cimientos de la política panhispánica quedaban echados sobre una base muy firme. 3. ACADEMIAS PANHISPÁNICAS Este modo en que voy a calificar a algunas academias no constituye un nombre oficial. Se trata de ver el alcance de metas de estas instituciones en cuanto al seguimiento de políticas que se han entendido como panhispánicas. Para comprenderlas, interesa revisar el alcance del término mismo en que conceptualmente se agrupan. La referencia teórica más distante en el tiempo que hemos identificado sobre el panhispanismo lingüístico nos lleva al momento en queAndrés Bello edita, en 1847, durante el período más fructífero de su biografía chilena, la Gramática de la lengua castellana, destinada al uso de los americanos . Sin acuñar el término, lo hará suyo al comprenderlo, definirlo y formularlo en los trazos con los que hoy en día lo hemos concebido como base para la descripción de la lengua. Bello, en seguimiento de esa filología de la libertad que constituirá el centro de su acción teórica, rechazará cualquier forma de hegemonía al momento de estudiar la lengua española. Gracias a este principio, clamará por la unidad general de la lengua, tanto como por su riqueza particular. Adelantado en relación con los derechos lingüísticos, propugnará por la igualdad que tienen las distintas variedades del español para hacer que se entiendan como elementos constitutivos de la lengua y nunca como rarezas o productos de caprichosas ejecuciones. En su pensamiento panhispánico, se ve cada vez con más claridad, cuánto pesaron y cómo pesaron las ideas de libertad que su tiempo americano exacerbó en niveles muy altos, produciendo una de las más equilibradas maneras de comprender la gramática de nuestra lengua. Así como renegará de la gramática general en función de una particular y de la nomenclatura latina por una española independiente, querrá una descripción en donde no se rechace lo español ni lo americano, sino en donde todos los territorios y todas las maneras del idioma queden registradas y actuando en paridad. He aquí la base del policentrismo que hoy resuelve la generalidad de las interpretaciones de una lengua extendida por

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