Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 838 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier mayor prestigio. Me refiero al Diccionario de la lengua española , conocido como Diccionario de autoridades (1726-1739) y reconocido como la criatura perfecta de la lexicografía en lengua española. Si bien desde la perspectiva lexicográfica el concepto hizo sus contribuciones y caracterizó una manera de hacer lexicografía que perdura hasta hoy, desde el punto de vista ideológico perturbó la recepción de las academias dentro y fuera del seno de ellas mismas. A lo interno fomentó una suerte de prepotencia por parte de sus miembros, haciéndolos creer que cada uno de ellos por ser numerario de la academia era también autoridad de la lengua, idea que todavía pervive en algunos académicos. Al exterior de las corporaciones, el concepto de autoridad alimentó un imaginario social divivido en dos vertientes: una, de seguimiento y apego irrestricto a la autoridad de las academias en materia de lenguaje; y, otra, de rechazo y crítica constante a esa misma autoridad. Esta segunda manera ha sido muy dañina, pues consideraba como anquilosadas las formas académicas de entender la lengua, como mausoleos lingüísticos a las propias academias y como personajes anacrónicos, desfasados y aburridos a sus doctos y honorables miembros. Dentro de este cuadro de verdades y mentiras y de consideraciones críticas a favor o en contra, es donde cobra más interés el motivo del presente estudio, no otro que clasificar y definir el exacto alcance de tres modalidades académicas nacidas para entender nuestra lengua desde situaciones diversas y condicionadas por objetivos que si bien complementarios poseen su auténtica especificidad. Proponemos, pues, revisar seguidamente cómo se han entendido los proyectos de academias regionales, nacionales y panhispánicas de nuestra lengua, insistiendo en la similitud de las metas y en la particularidad de los medios concertados para describir, comprender, testimoniar y evaluar una lengua poseedora de méritos estructurales, esos que la hacen unitaria y diversa a la vez, y de logros circunstanciales de gran proyección, los hoy más de 570 millones de hablantes nativos y su dispersión en cuatro continentes y en, al menos, veintitrés naciones y unos cuantos territorios. 1. ACADEMIAS REGIONALES En su origen, todas las academias de la lengua en el mundo hispánico fueron academias regionales, pues estuvieron relacionadas con las ciudades, por lo general las capitales de los distintos países, antes de que se asumieran como academias nacionales. Esto tenía ese sentido en la idea de que estas instituciones, nacidas al amparo de las hegemonías políticas y culturales, iban a organizar sus quehaceres para cubrir desde las capitales de los países hispanohablantes los tópicos de estudio y descripción de la lengua de una región que, por efecto de la identificación con la nación, representaría al español de cada uno de los países. La prelatura región-nación hacía fuerte el principio de que en función de la lengua general, cada país actuaba como una región lingüística particular.

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