Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 833 – El recurso a las hablas occidentales sureñas para la construcción... • José A. Pascual Una persona de ciudad acudiría a formas más neutrales como cerdo o marrano ; y en este territorio leonés por el que me estoy moviendo podría contar además con guarro , una voz menos marcada social y dialectalmente que garrapo . En el Arañuelo toledano ‟es la voz más empleada para designar a este animal” (Castaño Álvarez, s. v. guarro ), igual que en la Sierra de Gata (Berjano 1909: 483). Sin embargo, en la provincia de Salamanca, Lamano (1915, s. vv.) distingue entre garrapo ‟cerdo que no ha hecho aun el año” (que se pronuncia guarrapo en Sierra de Francia y Béjar) y guarro ‟cerdo”; distinción que Riesco Chueca (2003 [2013], s. v. ) hace entre garrapo 4 y marrano , aunque señala ( s. v. marrano ) que ‟se usa muy poco esta última palabra y menos o nada la voz guarro ”. Viudas (1980, s. vv.) explica, tomándolo de Velo Nieto (1956: 168 y 170, s. vv. garrapo y guarrapo ), que garrapo es el ‟cerdo que no hizo aún el año” en las Hurdes, guarrapo/u ‟cerdo” ahí mismo y en Guijo de Granadilla, Zorita Aceituna y Ahigal, y guarrapinu ‟cerdito” en Coria. Recuerdo bien que en mi niñez aprendí la voz guarrapo en Aldeanueva del Camino. Garrapo es la voz preferente en esta franja occidental de base leonesa, de un modo particular en Extremadura, mientras que guarro es más general y va más allá del leonés: lo emplea, por ejemplo, B. Pérez Galdós y E. Pardo Bazán e incluso se registra en el Diccionario aragonés de Pardo Asso ( vid. el fichero académico, accesible en el portal de la RAE). CJC, entre lo más caracterizador de esta área y lo más general, opta por lo segundo, que le era suficiente para prescindir de la forma más común, cerdo . El diagnóstico de esta preferencia es el mismo que hemos dado a la le llevó a elegir el diminutivo en -ito . 4. CONCLUSIÓN Nuestro novelista, con toda su capacidad para para enterarse de la lengua rural de un territorio cuyo epicentro era Extremadura, no escribe, sin embargo, en dialectólogo ni en sociólogo, pues su intención es construir el tipo de lengua que necesita para dotar de verosimilitud la manera de expresarse los personajes de sus diferentes novelas. Y lo consigue, con pleno éxito, de una manera original que nada tiene que ver con el modo de escribir de los escritores costumbristas. En el caso de La familia de Pascual Duarte crea una atmósfera rural partiendo de los restos –que no son pocos– de lo que podríamos llamar leonés meridional y más concretamente de la manera como se habla en Extremadura. Con razón R. 4 Garrapo: ‟cría de cerdo, de edad inferior a un año. De una canción de aguinaldo, recogida en Palacios del Arzobispo [por Ángel Carril]: no queremos la morcilla, / ni tampoco el farinato, / que queremos lomo fresco, / que es lo mejor del garrapo [...]. De una vieja en un pueblo registra Fr. M. Almeida una frase oída localmente: fue a coger unas achicorias pa un garrapo que le habían dao de limosna, le dio un accidente y se la llevó Dios ” .

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