Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II
– 793 – “Escribir efectivamente como se habla: lo demás… • Mauricio Ostria González Uno de los casos más representativos del conflicto y la interferencia entre oralidad y escritura es, qué duda cabe, el de la poesía de Nicanor Parra. En “Conversación Galante” ( Versos de salón ), por ejemplo, la intimidad de un encuentro amoroso furtivo, se transforma en una trivial disputa de alcoba, que al final, resulta una burla, un chiste: –Hace una hora que estamos aquí Pero siempre contestas con lo mismo; Quieres volverme loca con tus Chistes Pero tus chistes me los sé de memoria ¿No te gusta la boca ni los ojos? –Claro que sí me gustan me gustan los ojos. –¿Pero por qué no los besas, entonces? –Claro que sí que los voy a besar. –¿No te gustan los senos ni los muslos? –¡Cómo no van a gustarme los senos! –Pero entonces ¿por qué no reaccionas? Tócalos, aprovecha la ocasión. –No me gusta tocarlos a la fuerza. –¿Y para que me hiciste desnudarme? –Yo no te dije que te desnudaras. Fuiste tú misma quien se desnudó: Vístase, antes que llegue su marido. En vez de discutir. Vístase, antes que llegue su marido (1969: 103) En procura de dialogar con el lector, Parra construye escenas y escenarios prosaicos en que la ficción de oralidad es la estructura básica textual (como en el poema anterior), pero ahora en el contexto de una esfera pública y espectacular. Al respecto, Ivette Malverde, ha escrito palabras certeras y esclarecedoras: la interacción entre oralidad y escritura tiene que ver [...] con los rasgos generales de la producción parriana y con el proyecto del autor de que sus libros son ‘simultáneamente un documento literario y a la vez un documento visual’, ya que el arte moderno, como dice él, es el de imágenes visuales, y el arte contemporáneo por ‘antonomasia es la televisión’” (1985-1986: 79) 10 . Por eso, en sus Sermones del Cristo de Elqui , Parra sitúa a su protagonista hablando en un popular programa de televisión, en el que es presentado con la típica discursividad prosopopéyica de un animador de dicho género e incluyendo los consabidos aplausos del público: elementos sonoros, en lugar de ser meros adornos, pueden transformarse en partes orgánicas del cuerpo mismo del poema” [1990: 122-123]. 10 Cf. Morales 1972: 219.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=