Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 791 – “Escribir efectivamente como se habla: lo demás… • Mauricio Ostria González 3. ORALIDAD Y ESCRITURA. En un principio, la poesía (épica, lírica, dramática) fue oral 5 : “unidades verbales rítmicas que aparecen y desaparecen, una tras otra, en un espacio invisible hecho de aire” (Paz 1990: 121). Más tarde se apoyó en la escritura, sin abandonar del todo sus raíces orales 6 . La elección de las formas recortadas de los sistemas de versificación, la relevancia de los efectos sonoros en recitaciones, lecturas en voz alta, grabaciones, musicalizaciones, etc., ponen en evidencia los fuertes vínculos de la poesía con la dimensión oral del lenguaje. Desde entonces, desde la invención de la escritura, se manifestará en los textos poéticos una pugna entre la creciente ficcionalización de los efectos orales y la resistencia a la pérdida total de sonoridad. De hecho, la historia de la poesía manifiesta una especie de movimiento pendular entre tendencias que privilegian ora los efectos visuales ora los acústicos, sin faltar aquellos de inestable equilibrio en que se procuró vincularlos en correlaciones y correspondencias 7 . La persistencia de lo fónico en la poesía, la preserva como fenómeno que, no obstante su soporte escritural, conserva su virtualidad sonora. “En todas las formas escritas de la poesía –señala Octavio Paz– el signo gráfico está siempre en función del oral”, de modo que el lector de poesía “oye mentalmente, detrás del trazo las palabras del texto, su música verbal” (1990: 122). De aquí que los diversos recursos sonoros (eufonías, paronomasias, rimas, anáforas, medidas, acentos, ritmos, entonaciones, encabalgamientos, estructuras estróficas, etc.) no son, en la poesía, simples adornos o recursos retóricos sino elementos indispensables en la construcción de las visiones interiorizadas. Sonido y sentido se hacen inseparables y de ahí también la imposibilidad de verdadera traducción de la poesía. “Todo concepto lingüístico aplicado a la poética –afirma Jabobson– coloca automáticamente en primer plano precisamente la idea de las relaciones recíprocas (entre la estructura fónica y el plano semántico)” (1980: 29). En el mismo sentido, Octavio Paz señala: 5 “... la versificación era la base mnemónica y por ende autoritativa de la cultura oral...” (Rivers 1988: 15). 6 “Los modernos, con la desaparición gradual de la poesía épica y de la tragedia versificada, hemos inventado el reducto de una poesía exclusivamente lírica” (Rivers 1988: 15). 7 La intuición de los poetas sobre las correspondencias, parece corroborarse por los estudios lingüísticos y neurológicos: “la relación que una las oposiciones distintivas de la lengua y la sistemática de los colores, especialmente, abre perspectivas serias y prometedoras a un trabajo en común con físicos, antropólogos, psicólogos, historiadores del arte y lingüistas... Las experiencias de los lingüistas sobre el simbolismo de los sonidos, sobre la asociación evidente e inequívoca entre las oposiciones de los sonidos del lenguaje y las oposiciones de sentido, tales como alto-bajo, claro-oscuro, agudo-romo, alegre-triste, etc. Se caracterizan por resultados aún más positivos (Jakobson 1980: 60-61).

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