Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 736 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier hablantes, a partir de identificar ciertos rasgos del habla (Cantril &Allport 1935). Tales estudios postularon que la voz representa una clave de la personalidad real de los hablantes. Es más, estudios posteriores probaron que se expresan numerosos consensos entre los oyentes acerca de los rasgos estereotipados sobre las voces (cf. Bradac 1990; Giles & Coupland 1992) 7 . Los juicios sobre el habla basados en estereotipos constituyen, sin lugar a duda, un recurso socialmente identificador y cotidiano. En las últimas décadas, se ha mostrado que la gente puede expresar actitudes consistentes hacia los hablantes de un estilo específico de habla, con propósitos diversos: identificar la territorialidad o procedencia de las diferencias lingüísticas, decidir políticas de uso público, elegibilidad migratoria, definir modelos lingüísticos escolares, entre otros. No obstante, la ambivalencia del concepto de actitud, cabe admitir un prolífico empleo desde los primeros momentos de la sociolingüística. Weinreich & Labov & Herzog (1968), Fishman (1969) y Ferguson (1984) lo reemplean en sus macroanálisis de la heterogeneidad de las lenguas históricas y del contacto entre lenguas. Sin abandonar del todo las orientaciones mentalistas y disposicionales del concepto, intentan llegar a categorías sociolingüísticas específicas. Así, se incrementa bastante el repertorio terminológico. Weinreich ( op.cit. ) habla de ‘ apego ’ y ‘ tensión emotiva ’; Fishman (1966) populariza la noción de ‘ lealtad lingüística’ ; Rafael Ninyoles (1980), por su parte, propone la controvertida noción de “ autoodio ”, para referirse a los efectos autodestructivos de los hablantes que asumen la lógica de la hegemonía y su refuncionalización; Osgood et al. (1957) proponen la teoría del ‘ espacio semántico’ que se hizo célebre y decisiva en el diseño de los estudios psicométricos de opinión. El concepto de espacio semántico, en particular, implica también una suerte de universal psicológico, una competencia evaluativa de los objetos socioculturales y sus cualidades que opera instintivamente con una escala o campo con tres valores: un extremo positivo (+), un centro neutro y un extremo negativo (–). De este modo, el principal procedimiento valorativo es la polarización frente a las cualidades. Me atrevo a sugerir que esta epistemología positivista constituye la principal vertiente de la investigación de actitudes lingüísticas en el ámbito latinoamericano. Ni siquiera el colapso teórico y metodológico de la sociolingüística empírica en nuestra región ha impedido que siga reinando en este campo la teoría del espacio semántico polarizado. Resulta por demás significativo que los principales avances sobre la universalización de la polaridad semántico-valorativa provengan del análisis de situaciones interétnicas conflictivas en muchas sociedades contemporáneas, en las que se presentan problemas de poder, racismo, soberanía, estatus o de 7 ‘ hablantes jueces’ que juzgan los estímulos audiolinguales en cuestionarios sobre actitudes, como en el diferencial semántico. Cfr. Osgood et. al . 1957.

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