Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 699 – De la semántica nicaragüense • Róger Matus Lazo 3.c. El recurso semántico-estilístico Una palabra nueva puede formarse también a partir de vocablos ya existentes en nuestro idioma, los cuales sufren cambios semánticos o de significado. Se trata de la neología de contenido, un recurso semántico de que se valen los hablantes para asignar en el plano del contenido de la lengua un nuevo significado a una palabra. Los recursos basados en la neología de contenido o neosemantismo consisten en matizar el significado de un término existente en la lengua, ya sea ampliando, restringiendo, o incluso alterando su contenido semántico. Puede ser resultado –entre otros fenómenos– de una metáfora que ha pasado a la legua y por un cambio de sentido. Por ejemplo la palabra esqueleto , que funciona como un ‘soporte o sostén’ ha pasado a significar coloquialmente una ‘persona muy flaca’. En Nicaragua, se le llama con cierto matiz despectivo esqueleto al ‘cuerpo de la persona’ de donde se han formado locuciones como exponer el esqueleto (‘correr un riesgo’), mover el esqueleto (‘bailar’) y salvar el esqueleto (‘librarse de un riesgo o peligro’): “Para mí, lo importante es sostener el esqueleto. No se trata de verse bien, sino sentirse fuerte, sentirse con energía y vitalidad” (LP/18/05/2008). La observación por parte de los hablantes de proximidades o semejanzas entre objetos y significados, o el deseo de expresividad, de énfasis o de ironía, justifican asimismo procesos de cambio semántico, que pueden ir desde la creación de un nuevo significado hasta la alteración y ampliación del sentido. Ullman (1967: 243) afirma que “un extenso grupo de imágenes animales se transfieren a la esfera humana, en donde con frecuencia adquieren connotaciones humorísticas, irónicas, peyorativas o incluso grotescas”. Prácticamente todos los nombres de animales pueden servir para referirse a personas o caracteres: ser burro (‘tener dificultades para aprender’), ser camaleón (‘ser hipócrita’), tener tos de perro (‘estar afectado por una tos persistente y ruidosa’), ser una cabra loca (‘ser hiperactivo y ateperetado’), estar como loras en guayabal (‘hablar incesantemente y con alboroto’), caerle la zopilotera (‘ser atacado por varias personas a la vez’): “Los jovencitos le cayeron como zopilotera al pobre hombre, que quedó casi inconsciente en el suelo, y un joven que no logró identificar lo hirió con un arma blanca” (END/29/10/2007). 4. VIDA, RESEMANTIZACIÓN Y MUERTE DE LAS PALABRAS En toda lengua –como organismo vivo que nace, se desarrolla y experimenta los cambios propios de su evolución– las palabras vienen a la vida, adquieren vigencia y difusión, pasan a formar parte de nuestra propia vida, entran en el inventario histórico y algunas languidecen en el fondo de los diccionarios, hasta que un buen día nadie se acuerda de ellas.

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