Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II
– 688 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier de la escritura, las variaciones de estilo y hasta el surgimiento de modas en la manera de escribir. Y si esto ocurre, sea por caso, en el español supranacional, con mayor razón y fundamento en las variantes regionales de esa lengua, en las que adquiere vida propia con cada uno de sus hablantes y sus variados recursos y posibilidades de enriquecimiento. Entre los componentes del sistema de una lengua, es el léxico el que manifiesta con mayor fuerza las relaciones que se establecen entre el individuo y su medio. Así, surgen distintos recursos para ir creando o recreando las palabras como necesidades de respuestas de reacomodamiento a una nueva realidad o a la realidad transformada del entorno. Como afirma Kanny: Estos cambios intrínsecos son la evolución natural de un lenguaje vivo: los hablantes escogerán ciertos vocablos, desecharán otros, ampliarán el significado de una palabra, restringirán el de otra y crearán neologismos para adaptarse a las exigencias de tiempo, lugar, ocasión y tono de sensibilidad requerido (1960: 5). Chaquira , que acabamos de ver, es una voz creada por el fenómeno de la motivación semántica. Se trata de un cambio de sentido operado en virtud de una cosa nombrada según otra, con base en caracteres comunes, en las semejanzas de los objetos. Y es que “los cambios de significado pueden ser producidos por una infinita multiplicidad de causas” (Ullman 1967: 222). De ahí que todos los días pueden aparecer –y aparecen– nuevas palabras, porque las sociedades evolucionan. “Todo fluye… todo cambia… nada permanece”, nos tradujo del griego antiguo el guía en Éfeso, Asia Menor (actual Turquía) en un busto en piedra del filósofo Heráclito. ¿Las motivaciones? Tantas como las manifestaciones de un fenómeno natural o una operación artificial son percibidas y asimiladas por un hablante individual o una colectividad. Porque “la lengua es instrumento social, lo cual quiere decir, que el que habla lo hace para un interlocutor, que puede ser una sola persona o la comunidad entera” (Rosenblat 1984: 318). El cambio semántico comienza como un hecho de habla, obra de un usuario individual o de un pequeño grupo de hablantes. Bertrand Russel –citado por Geckeller 1984: 74)– afirma: “Una palabra tiene un significado más o menos vago; pero el significado se descubre solamente mediante la observación de su uso; primero tenemos el uso y luego el significado se destila a partir de él”. Wittgenstein –citado por Fernández y otros (1989: 40)– lo confirma “El significado de una palabra es su uso”. Y siguiendo a Saussure y su símil del ajedrez, agrega a continuación: “El significado de una pieza es su papel en el juego”. Así, pues, la palabra se constituye entonces en un fenómeno ocasional, que luego se propagará con mayor o menor rapidez e intensidad hasta entrar en el uso, arraigar en los hablantes, integrarse en el sistema lingüístico y ser sancionado por la norma, sea esta de la lengua general o regional, como la palabra chagüite (‘discurso político’), un ejemplo de creación individual: “En Roma, Italia, me
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