Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 1188 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier En tierras americanas, los europeos se encontraron con una realidad muy diferente de la conocida: naturaleza y hombres, con sus costumbres e instituciones, que tenían que nombrar de alguna manera si querían comunicarse con ellos más allá del lenguaje de señas primordial. El primer vocabulario tiene que haber sido aborigen, pero con el tiempo los españoles deben de haber sentido “la necesidad de encontrar voces nuevas que correspondieran a esa nueva naturaleza y a las nuevas costumbres e instituciones con que se iban topando” (Morínigo 1959: 56). Esa necesidad comenzó a remediarse, en lo que atañe a la realidad física, cuando echaron mano de una serie de procedimientos o mecanismos de que dispone la lengua para tal efecto. Ellos consisten en: 1. Adopción del topónimo establecido por el pueblo aborigen: Chiloé, Cautín, Arauco, Riñinahue , Quillagua, Socompa, Copiapó, Quintay, Codegua , procedimiento que es particularmente relevante al interior de la región conocida como Norte Grande, entre la costa y el macizo andino, por la preponderancia de topónimos autóctonos de origen quechua y aymara, muchos de los cuales han perdurado pese a la presencia del español como lengua dominante (Latorre 1997: 193-4). 2. Hibridismo , que podía ser: a. Simple (morfológico), especificando el nombre aborigen mediante el determinante actualizador (artículo) o diferentes morfemas sufijales de plural, diminutivo, locativo u otro, de procedencia hispana: Los Pellin es , Los Quillay es , El Tambo, Los Tambo s , Hualpen cillo , Carrizal illo , Tamb illo , Quillagü ita , Cancagu al , Mañigu ales ; b. Compuesto (nominal), anteponiendo al topónimo no hispano un topónimo primario de origen hispano (nombre común), en calidad de término genérico , con lo cual el nombre original funciona como término específico, con o sin el relacionador de : Cerro Manquehue , Caleta Hueicolla, Isla Forsyth, Seno Langford, Península Brunswick, Canal Beagle, Cordillera del Paine, Lomas de Machicura ; c. Compuesto (nominal), anteponiendo al nombre aborigen un topónimo primario hispano (nombre propio = hagiónimo) como término genérico, de modo que el topónimo autóctono asume como términ o específico, con el relacionador de como nexo: San Vicente de Taguatagua, San José de Maipo, San Carlos de Purén, San José de la Mariquina. San Fabián de Alico, procedimiento solo registrado en el centro y sur del país. Con el tiempo, sin embargo, comenzó a imponerse la tendencia contraria, a mantener los nombres toponímicos autóctonos, por diferentes motivos, lo que llevó a la reposición o recuperación de varios de estos, a costa de las designaciones españolas y de más de algún topónimo inglés: Santiago de Castro > Castro, San Carlos de Chonchi > Chonchi, San Marcos de Arica > Arica , San Carlos de Chiloé > Ancud, No-Man ( Island ) > Isla Guafo , pero no San Pedro de Atacama , San Vicente de Taguatagua, San Fabián de Alico, San José de Maipo, San Carlos de Purén, que no fueron sustituidos, por razones que tienen que ver

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