Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II
– 1126 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier El sistema literario correspondiente a nuestra lengua cuenta, efectivamente, con autores y lectores procedentes de cuatro continentes: Europa, América, Asia y África. En tres de ellos, Europa, Asia y África, es solo una nación la que los aporta: España, Filipinas y Guinea Ecuatorial, respectivamente. Pero en el importante capítulo de la mediación entre autores y lectores, el sistema debe intensificar el carácter transversal de la acción representada por los agentes y las casas editoriales, por la industria cultural, por la crítica y la información periodística, así como por la investigación historicoliteraria. Esa transversalidad funciona desde antiguo en lo que se refiere a las relaciones entre Europa y América, pero debe incrementarse considerablemente, sobre lo ya existente, en el caso de Guinea Ecuatorial y de Filipinas. Existe, sin embargo, una diferencia fundamental a este respecto: la emergencia de una renovada actividad creativa en español por parte de los poetas, narradores y autores teatrales ecuatoguineanos. Que la literatura en lengua española fue, desde muy pronto, un factor de comunicación integradora entre los pueblos de ambos lados del Atlántico es un hecho de la más absoluta evidencia, como también lo es que siga constituyendo, junto a la propia lengua, el vínculo patrimonial más firme que nos une más allá de los avatares de la historia, incluidas las exigencias afirmadoras de las nacionalidades: como recuerda Carlos Fuentes, sin la lengua de la colonia no hubiese habido lengua de la independencia. Los escritores cubanos, argentinos, uruguayos, mexicanos, españoles, peruanos, colombianos, nicaragüenses y paraguayos que hasta el momento han merecido el Cervantes comparten un mismo idioma, que adquiere en sus plumas diferentes acentos literarios sumamente enriquecedores del acervo hispánico, pero participan a la vez, y desde diferentes perspectivas, de un sistema común en cuyo marco se institucionaliza una literatura. La literatura de Chile, por su parte, ha obtenido con toda justicia un triple reconocimiento por parte del Premio Cervantes: Jorge Edwards en 1999, Gonzalo Rojas en 2003 y Nicanor Parra en 2011. Es el segundo país hispánico con mayor número de Premios Nobel de Literatura: Gabriela Mistral, que lo recibió en 1945, y Pablo Neruda, en 1971. Así como no es imaginable una literatura sin lengua, la mera presencia de ésta no es condición suficiente para la existencia de aquélla. Resultaría, no obstante, difícil cuestionar la certeza de que en un principio fue la palabra, pero también fue la denodada lucha del escritor, de cada escritor, por hacerse con las más expresivas para transmitir su percepción del mundo y abrirnos su yo, y por encontrar el orden mejor con que combinarlas. Mas si la lengua en sí misma es ya un fenómeno de sociedad, sobre el que el genio individual del hablante solo puede influir dentro de unos márgenes que los grandes artistas han sido capaces de ampliar extraordinariamente, otro tanto cabe decir de la literatura, que hoy por hoy se tiende a ver como un sistema complejo en el que, además del creador de los textos y de sus lectores, desempeñan un papel decisivo otros elementos que median entre unos y otros, contribuyendo a que los libros lleguen a sus destinatarios y adquieran toda la resonancia que
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