Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 1046 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier (125). La relación entre un evento breve y la miratividad se atestigua, según Aikhenvald (2012), en ashéninka pichis, lengua campa del grupo arawak, en que el sufijo – it , que significa ‘evento rápido’, comunica también sorpresa; Mexas (2016), por su parte, señala que en el quechua del sur de Conchucos, el sufijo puntual – ri , que codifica un evento inesperado, puede comunicar miratividad. 8. EL COMPONENTE ARGUMENTAL Como ya se indicó, no es el caso que la perífrasis bloquee siempre la agentividad de un Actor voluntario, como en “Juan pasó a quebrar el espejo”: de manera recurrente la perífrasis opera sobre predicaciones que no admiten en principio argumentos agentivos. El fenómeno es, en cierto sentido, semejante al que acabamos de revisar respecto de la lectura de logro. Así como en el plano aspectual la perífrasis selecciona logros y coerciona a logros las situaciones que no lo son, en el plano argumental la perífrasis selecciona primeros argumentos no agentivos –típicamente en los casos de verbos inacusativos como desmayarse o caer – y, al operar sobre verbos que piden argumento agente –como quebrar en construcciones no inacusativas–, borra la lectura agentiva del primer argumento oActor. En otras palabras, la perífrasis exige o coerciona a logros no voluntarios, de modo que la situación resultante corresponde a un logro no voluntario básico o derivado. Ya Vendler (2005 [1957]) reconocía en los logros el subgrupo de los no intencionales, en que no tiene sentido distinguir entre ser capaz de algo y que ocurra algo; en su ejemplo, ser capaz de reconocer algo y reconocer algo; distintos, en este sentido, de, por ejemplo, ser capaz de empezar un proceso y comenzarlo. En el caso de los logros no intencionales o no controlados, siguiendo a Vendler, no estamos ante acciones, en el sentido tradicional del término. Como hemos visto, la perífrasis verbal conceptualiza situaciones como logros no voluntarios o no controlados –no intencionales, en el sentido de Vendler–. Esta conceptualización parece necesaria para la lectura de evento repentino no planeado “que altera el orden regular de las cosas”, en el decir del Diccionario de la lengua española , esto es, un accidente. Típicamente, pero no siempre, un evento desafortunado, como caerse, desmayarse o botar inadvertidamente algo. La conexión entre lo sorpresivo y lo accidental –es decir, aquello que ocurre de forma repentina y no intencional, alterando el orden regular de las cosas, típicamente de forma negativa– es evidente. Como señala Ekman (2007), respecto de la expresión de la sorpresa en los seres humanos: “La sorpresa solo puede ser desencadenada por un evento repentino, inesperado […]. Cuando un evento inesperado se despliega lentamente, no nos sorprendemos. Debe ser repentino y no debemos estar preparados” (149).

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