Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II

– 1004 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier ( Studii Salmantini ) por Alfonso IX en 1218 incluyendo las Facultades de Artes, Derecho y Medicina, y cuya condición de universidad regia fue ratificada por Fernando III en 1252, dotándola en 1254Alfonso X de estatutos (su consolidación llegó en 1255, cuando el papaAlejandro IV la otorgo la licencia ubique docendi , con reconocimiento universal de sus grados). Aunque la historia de la ciencia española no se reduce, ni mucho menos, a lo que se enseñó, y por quiénes, en la universidad salmantina, sí que en ella profesaron algunos nombres destacados de la ciencia hispana de los siglos XV-XVI. Por supuesto, no hay que olvidar los diez años que Nebrija pasó en la Universidad de Bolonia, bebiendo de las fuentes de los maestros del humanismo, que no eran ajenos al pensamiento científico. Su interés por la ciencia se concretó en varios pilares. En 1518 –instalado desde 1514 en la nueva Universidad deAlcalá de Henares– cuidó la impresión de una edición en latín de la Materia medicinal (o médica ) de Pedacio Dioscórides Anazarbeo (siglo I) que había aparecido dos años antes en París 3 . En esta obra, conocida simplemente como el Dioscórides, se describían 600 plantas y sus propiedades medicinales, así como animales, vinos y venenos. A la nueva edición –que llevó por título Pedacii Dioscorides Anazarbei de medicinali materia libri quinq –, Nebrija añadió un vocabulario de cuarenta y siete páginas, con la traducción al castellano de numerosos términos que aparecían en la obra. No pasó demasiado tiempo hasta que el tratado de Dioscórides fuese traducido del latín al castellano. Su traductor fue un personaje que, como Nebrija, no olvidaba el valor de las obras científicas, el segovianoAndrés Laguna (1499/1510?-1559), bachiller en Artes por la Universidad de Salamanca y en Medicina por la de París (1534), médico de la emperatriz Isabel en 1539, del emperador Carlos en algunos momentos, y personal del papa Julio III, junto a otros desempeños. Además de su versión del Dioscórides , que se publicó en Amberes en 1555 (dedicada a Felipe II) bajo el título Acerca de la materia medicinal y de los 3 Esta obra era ya conocida en la España visigoda. Se había traducido en Bagdad, en el Imperio islámico (el primer manuscrito ilustrado del que se tiene noticia se realizó en el siglo V en Constantinopla), por lo que era conocida por algunos andalusís, pero esa traducción era muy deficiente. Los nombres de muchas plantas habían sido traducidos al árabe, pero sin ser debidamente identificadas (entre otras razones porque algunas de las plantas mencionadas ni siquiera se daban en Irak), lo que, teniendo en cuenta sus usos médicos, podía acarrear efectos muy perjudiciales. La nueva traducción se realizó en Córdoba y se hizo a partir de una copia griega, pero como no existían por entonces quienes pudieran traducir del griego al árabe, se pidió ayuda al emperador de Bizancio, Constantino VII. Esa ayuda llegó con un monje bizantino llamado Nicolás, que enseñó griego a unos mozárabes (cristianos arabizados de origen hispano-visigodo) de lengua latina para que pudieran servir de intérpretes entre él y los árabes encargados de la traducción. De esta rocambolesca manera, el libro de Dioscórides inició su camino europeo, convirtiéndose en uno de los textos médicos más influyentes de la Edad Media.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=