Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II
– 1002 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier palabras), el mejor texto de este tipo hasta la publicación, 150 años después, del Oxford English Dictionary . En sus definiciones Johnson mostraba un humor muy de agradecer 2 . Definía, por ejemplo, “Lexicógrafo” como: “Autor de diccionarios. Se trata de un adicto inofensivo que se dedica a rastrear el origen y el significado de las palabras”. Pero más que las voces que seleccionó y las definiciones que acuñó, me interesa detenerme en el “Plan para escribir un diccionario de la lengua inglesa” que abría su obra. Allí manifestaba que al plantearse qué criterios debería seguir a la hora de decidir los términos a incluir, consideró su obligación que “incluso entre aquellas palabras que no han recorrido todavía por completo el camino de la asimilación, debo dejar paso a algunas por la sencilla razón de que seguro que los lectores que compren este diccionario esperan encontrarlas entre sus páginas. Entre estas palabras encontramos muchas que pertenecen al derecho común […]; otras son términos que se atribuyen a la divinidad […] y muchas otras pertenecen al ámbito de las ciencias físicas, como sucede con los nombres específicos de las enfermedades […] Con estas inclusiones pretendo ofrecer un servicio a los lectores que sin conocimientos específicos sobre física [lo que ahora denominamos Medicina], pero interesados en el arte literario, se encuentran con estos versos de Milton: ‘atrofia de pinos,/marasmo y pestilencia generalizada’. El lector hipotético al que estoy aludiendo puede sentir el impulso de buscar en el diccionario la palabra ‘marasmo’ con la misma legitimidad que quien lo abre para asegurarse de cuál es el significado de ‘atrofia’ o ‘pestilencia’. Y en otro lugar escribía una frase que, en mi opinión, debería estar grabada a sangre y fuego entre todos aquellos que componen diccionarios de uso general: “El valor de un diccionario no estriba en la lealtad con la que ha cumplido con sus propios criterios sino en su utilidad. ¿Qué interés tiene un diccionario capaz de deleitar el gusto del crítico si apenas sirve para instruir y formar al alumno?”. Ignoro cuáles eran los conocimientos científicos de Johnson, que vivió, no se olvide, cuando la Revolución Científica (siglos XVI y XVII) había alcanzado su plenitud gracias a Isaac Newton. Conocedor o ignorante de lo que significó esa revolución, y de sus logros, Johnson sí apreció la altura intelectual de Newton; de hecho, el segundo de los doce volúmenes que componen la nueva edición de The Works of Samuel Johnson , LL . D . (Londres 1816) incluye (pp. 328-332) un artículo suyo titulado “Review of ‘Four letters from Sir Isaac Newton to Dr. Bentley, containing some arguments in proof of a Deity’”. El problema que Newton comentaba en aquellas cartas a Richard Bentley –que se ocupó de vigilar la edición de la segunda edición (1713) de Philosophiae Naturalis Principia Mathematica (1687) de Newton– era el siguiente (utilizando –como hacía Johnson– las propias palabras de Newton): 2 Utilizo el resumen de su diccionario publicado en castellano: Johnson (2019).
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