Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 82 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier En efecto, el oro es el protagonista de esa “canción” o canto “al dios y señor del mundo poderoso: el padre oro” –anotaba en 1910 un estudioso español amigo de Darío. “Es la letrilla de don Francisco de Quevedo, poderoso caballero / es don dinero , rejuvenecida en lenguaje moderno y adaptada a las necesidades de la época” 29 . Superaba, en realidad, los textos literarios que le precedían desde los clásicos de la literatura grecolatina (incluyendo El asno de oro deApuleyo). Al respecto, un crítico chileno ha aplicado a la “acumulación o aglutinación” esencial del cuento dariano (veintisiete párrafos anafóricos) las cuatro variantes principales que de la anplificatio distingue Quintiliano en su preceptiva: 1) Incrementum (designación de los gestos que se amplifica a través de una serie de sinónimos de creciente intensidad). Por ejemplo en el versículo 2: Cantemos al oro, rey del mundo, que lleva dicha y luz por donde va, como los fragmentos de un sol despedazado; 2) Comparatio (comparación con un suceso que es superado por el objeto que se panegiriza), por ejemplo en el versículo 21: Cantemos al oro, purificado por el fuego, como el hombre por el sufrimiento; mordido por la lima, como el hombre por la envidia; golpeado por el martillo, como el hombre por la necesidad; realzado por el estuche de seda, como el hombre por el palacio de mármol; 3) Raciocinatio (amplificación indirecta que parte de las versículo 5: Cantemos al oro, porque de él se hacen las tiaras de los pontífices, las coronas de los reyes y los cetros imperiales; y porque se derrama por los mantos como un fuego sólido, e inunda la capa de los arzobispos, y refulge en los altares y sostiene al Dios eterno en las custodias radiantes ; y 4) Congeries (acumulación de términos y oraciones sinónimas), por ejemplo en el versículo 23: Cantemos al oro, dios becerro, tuétano de roca misterioso y callado en su entraña y bullicioso cuando brota a pleno sol y a toda vida, sonante como un coro de tímpanos; feto de astros, residuo de luz, encarnación de éter . Curiosamente, “La canción del oro” era el único cuento al que su autor no dedicó notas en la segunda edición “y uno de los que más las precisaba por la variedad y riqueza de influencias que confluyen en el texto” –acota Ricardo Llopesa en su edición crítica de Azul… (Valparaíso, Universidad de Valparaíso, 2013, p. 108). Pero Llopesa no reparó en la fuente señalada por Raimundo Lida al establecer que “La canción del oro” revela “claro parentesco con la de los románticos franceses, y muy particular, con aquella impetuosa tirada que en La première maîtresse , de Catulle Mendès, dirige Straparole al protagonista, Evelin Gernier”: 29 Andrés González-Blanco: “Estudio preliminar”, en Rubén Darío: Obras escogidas I. Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1910, p. CCCVI (306).

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