Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 578 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier Aunque en la actualidad este fenómeno no puede generalizarse, sigue ocurriendo cuando el emisor indígena no tiene conocimiento suficiente del español, idioma que ha aprendido precariamente en su familia o en su comunidad. En estos casos, el hispanohablante utiliza también vos en la interacción, con lo cual ocurre horizontalidad en el trato . Para el hispanohablante guatemalteco es casi impensable utilizar otro pronombre en estas circunstancias. Por ejemplo, en una conversación registrada en un mercado, la vendedora indígena ofrece sus productos a una posible compradora no indígena: ¿Qué vas a llevar? ¿Querés güicoy? Mirá qué bonito está. Tengo ejote y alberja, también. Mirá qué chulada. La posible compradora responde: Ando buscando yuca, ¿a cómo la tenés? Otro ejemplo: un agente de seguridad indígena, que cuida un estacionamiento de vehículos, dice a una persona no indígena que quiere estacionar su automóvil en determinado lugar: Allí no podés parquear, está reservado. El hispanohablante le responde: Pero, no hay otro lugar, vos. El indígena responde: Sí hay, parqueate allá, atrás de ese carro azul. Es importante indicar que este uso de vos se percibe como totalmente normal y no tiene connotaciones negativas de ninguna clase. Sin embargo, el uso del pronombre también se mantiene, en ocasiones, como forma de trato despectivo al indígena, tal el caso del famoso juicio por discriminación que siguió la Premio Nobel, Rigoberta Menchú, en 2004. Entre las pruebas del juicio, se citó el enunciado con sentido peyorativo Andá a vender tomates , con el cual un grupo de adversarios, entre los cuales había universitarios, quisieron expulsar de la Corte de Constitucionalidad a la Premio Nobel ordenándole regresar a un entorno que consideraban propio de una indígena. Debe tomarse en cuenta que la Corte de Constitucionalidad es un espacio público, aunque formal, al que puede acceder cualquier guatemalteco; el mensaje tuvo intenciones peyorativas, y el voseo fue completamente inadecuado para dirigirse a la receptora, con quien los interlocutores no tenían un trato de confianza o familiaridad. No se daban, a además, las condiciones para horizontalidad en la interacción. En síntesis, se obviaba que una indígena pudiera tener sitio en la Corte de Constitucionalidad, fuera del lugar que, según estos adversarios de la Premio Nobel, era el que le correspondía por ser indígena. Hacia mediados del siglo pasado, el voseo guatemalteco llegó a ser marcador de sexo, porque se atribuía a los hombres vosear y a las mujeres tutear. Pinkerton (1986) menciona este fenómeno, que apareció en sus investigaciones realizadas en la década de 1980. Sin embargo, son necesarias algunas precisiones al respecto, porque, aunque el voseo era un fenómeno que se daba mayormente en los hombres, no importando la clase social a la que pertenecieran, los varones de clase social alta e ilustrada seguían tuteando. Por otro lado, el tuteo no era general entre las mujeres, pues, aunque las que pertenecían a este mismo conglomerado tuteaban, las que pertenecían a una clase más baja y con escasa o ninguna escolaridad, voseaban.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=