Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 560 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier por necesidad, con rapidez de pronunciación, A B + G H podría significar ‘comida + peligro’; y pudo ser que C D terminara por significar ‘no comida’ y E F ‘no peligro’. Aplicando un simple sistema combinatorio (y nuestro lenguaje en las lenguas es eso, precisamente), tendríamos al fin ABGH = ‘comida + peligro’ ; ABEF = ‘comida, no peligro’; ACEF = ‘no comida, no peligro’, etc. (Hocckett). Y como nuestros antepasados tenían la boca libre –ya no llevaban palos en ella– y la lengua libre, la asociación para cazar y divertirse les permitiría parlotear y realizar numerosos mensajes. En esquema, podríamos seguir sus pasos en las siguientes fases: Necesidad ante un medio hostil --> discurrir, esfuerzo por sobrevivir --> necesidad de agruparse --> mayor necesidad de comunicarse y coordinar --> instalación en cuevas-casas --> hábitos adquiridos --> convenciones de información (desarrollo del cerebro) --> cultura, civilización . El lenguaje en el hombre nació, pues, muy pronto, a la par del desarrollo de su mente. Sin él difícilmente podría vivir en sociedad, ni haber constituido unas comunidades como las que hemos heredado. Y con el tiempo los grupos fueron haciéndose más numerosos. Añádase a esto la lenta pero eficaz evolución genética que marcó unas predisposiciones cada vez más abiertas y enriquecedoras; así como la acumulación de experiencias vitales, y se comprenderá como poco a poco el cerebro humano fue desarrollándose y a la par su medio de comunicarse, el lenguaje. El hombre no es, sino que se hace laboriosamente en la lucha contra la naturaleza y la sociedad. Y en ese esfuerzo logró dar forma a una cultura y a la civilización, que, a su vez, favorecen el despertar del cerebro. La interacción de cerebro, lenguaje y cultura han hecho que el hombre sea lo que es. Pues bien, cuando ese prelenguaje, del que hablábamos, se enriqueció, se fue haciendo más flexible y perfecto, nos hallamos en los inicios del lenguaje; a éste se llegó cuando intencionadamente y no por necesidades vitales o instintivas, el hombre fue capaz de comunicarse con otros, consciente de lo que hace con unos códigos, las lenguas. Esto, que pudo ser un juego de siglos y siglos (de reconocer y emitir sonidos-morfemas, algo así como descifrar jeroglíficos), fue la génesis del lenguaje actual humano y de su inteligencia desarrollada (solo a medias). La consciencia del yo, más la interiorización del lenguaje y el desarrollo del mecanismo articulatorio de las lenguas han sido los tres motores fundamentales del ser humano. La adquisición del lenguaje no consiste en un mero proceso de imitación, aunque éste sea un factor más. El niño comienza a hablar verdaderamente cuando genera secuencias sonoras nuevas que se asimilan al habla y al lenguaje, porque sus reglas de generación tienen semejanzas formales con las del lenguaje que le rodea, y porque con ellas encuentra eco en los que le escuchan y logra lo que desea. El cerebro del niño, así como todos los órganos y mecanismos de

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