Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I
– 558 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier más verosímil es la interjeccionista ; es decir, que el lenguaje humano es el resultado de una evolución lenta de la expresividad humana manifiesta en las interjecciones. Para otros, menos descaminados, la onomatopeya es la génesis de todo lenguaje. Lo presumible es que el origen del lenguaje humano no fue del todo convencional y que el paso de la señal y del síntoma al signo lingüístico parece ser lo más natural en el proceso de comunicación de los hombres. El grito, cargado de un valor simbólico como señal de algo, y repetido insistentemente, provocó la adaptación del aparato vocal y engendró el signo. Es claro que a estas hipótesis suele superponerse el gesto como elemento inseparable de ese simplicísimo sistema de comunicación. Las hipótesis que trataron de explicar el origen a partir de las lenguas de las tribus salvajes y desde el lenguaje infantil carecen de fundamento. Hay que pensar que esas tribus no las forman hombres primitivos, que su desarrollo genético, cultural y social dista mucho de la situación de los homínidos de hace muchísimos siglos. Y en cuanto al lenguaje infantil, las diferencias son aún más marcadas, ya que la imitación y participación en el ambiente que les rodea es un factor que anula toda comparación. La diferencia esencial entre cualquier otro tipo de comunicación y la humana reside en que el hombre toma conciencia del simbolismo, mentaliza el código y verbaliza su pensamiento; un pensamiento que está inmensamente más desarrollado que el de cualquier animal, debido a la plasticidad de su cerebro y a la facultad de aprender hereditaria. De la comunicación animal, por ejemplo, al lenguaje humano hay un gran trecho. Transmitir información por medio de señales acústicas para facilitar la cohesión del grupo dista mucho de un verdadero lenguaje. Poseen, sí, la facultad de comunicarse, pero no más. En principio, avancemos que para la gnoseología la diferencia entre ambos sistemas comunicativos es de naturaleza; pero desde el punto de vista de la semiótica se trata de una diferencia gradual extrema, con separación radical. Desde otro punto de vista, hemos de precisar que zoológica, anatómica y fisiológicamente la diferencia entre algunos animales, como los monos antropoides y el hombre, no es fundamental. Poseen los mismos componentes sanguíneos, un cerebro parecido, aunque con una cuarta parte de neuronas –eso es lo primordial–, semejantes enfermedades,... Las cadenas proteínicas, con secuencia de aminoácidos, son prácticamente iguales a las del hombre; tienen reacciones inmunológicas coincidentes con las humanas; semejante el número de cromosomas, visión cromática, etc.; y hay una semejanza básica entre el antropoide y el hombre en el aspecto cognitivo. Pero varios factores condicionan la capacidad de hablar de algunos animales próximos al hombre. Según Ph. Lieberman 9 , la capacidad vocal supralaríngea de los simios y monos, 9 Liebermann, Ph. 1976. Véase también J. A. Hjernaux, 1970.
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