Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 556 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier El hombre nace con una predisposición genética para el lenguaje, reforzada por su tendencia a la sociabilidad, por exigencia de su invalidez para sobrevivir en los primeros años y para subsistir ante la complejidad de la vida que los humanos nos hemos creado. Es, pues, una capacidad genética, biológica, no más que capacidad y predisposición, fundamental para la vida. El hombre sin lenguaje, aislado desde siempre, no sería auténtico hombre 7 . El lenguaje, como dijimos, se desarrolla en paralelo y en interacción con el pensamiento, y movido por la necesidad de comunicarse y de apoyarse en alguien, Yaún más, hay dos factores esenciales del ser humano, de su pensamiento-lenguaje: uno, que solo él es capaz de comprender, interpretar y de transmitir a otros seres lo percibido ; y otro, que solo él está capacitado para hablar de su hablar, de su lenguaje, y de pensar su pensamiento. Estas dos importantísimas facultades distinguen al hombre del resto de los animales, pues implican una gran capacidad de abstracción, de memorización y de transmisión de información de todo tipo de mensajes. El hecho de pensar su propio pensamiento, de hablar de su propio lenguaje, supone una capacidad mental metadiscursiva y metalingüística, nacida de un múltiple proceso de abstracción. En realidad, es utilizar el pensamiento y el lenguaje no como instrumentos de pensar y comunicarse, sino, además, como objeto de esas operaciones mentales. Y todos esos procesos se desarrollan en esa zona prefrontal, el córtex, en la que se genera la memoria, fundamental función del ser humano, así como las otras operaciones racionales, intelectivas. Ahí reside la capacidad de conocer el mundo y a la gente, de obtener una cosmovisión compleja y de ejercitar la comunicación a través del lenguaje. Todas estas funciones actúan interactivamente; así el desarrollo del lenguaje potencia la capacidad discursiva e intelectiva; mutuamente se potencian y aun producen el desarrollo, lento pero gradual, del cerebro. En el fondo subyace el viejo axioma de que ‘la función hace el órgano’. Pero esa capacidad intelectiva del hombre tiene su faceta negativa: el hombre tiene capacidad de conocerse, de comprender y disfrutar la vida, pero al mismo tiempo se siente agobiado por ciertos recuerdos negativos y, lo que es más grave, es consciente de que va a morir, de que dejará de existir. Centrémonos algo más en el proceso de creación del lenguaje. El lenguaje es esa facultad humana, casi divina, por la que el hombre a diario se comunica, expresa su más íntimo ser. Y se plasma en esa maravillosa invención del hombre, la lengua, que por una mera combinación y permutación de un grupo reducido de unidades fónicas sucesivas es capaz de crear infinitos mensajes. Esa creatividad del lenguaje, esa capacidad de crear, es la mayor riqueza que el hombre posee, y también su mayor condicionante. El lenguaje mediatiza a su creador centrípeta y centrífugamente. En el primer sentido, en cuanto que aprendemos a pensar por medio del lenguaje. Hoy día es comúnmente aceptado por lingüistas y casi 7 Arnaud, Louis, 1919.

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