Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 537 – Leonardo Padura y el lenguaje… • Ana María González y Nayara Ortega Nótese có mo el primer rasgo en esta enumeración se refiere al uso del lenguaje. Con toda certeza, no se trata de un ordenamiento casual, sino de una noción del lenguaje como elemento esencial de la escritura, de la identidad y de la propia cultura. Más allá de sus propias convicciones, Padura es un conocedor agudo y profundo de la obra de Alejo Carpentier, para quien la base conceptual de esa atención sobre el idioma no es solo, ni predominantemente, de carácter estilístico, sino, más bien, de orden culturológico, es decir, Carpentier enfoca el lenguaje como concreción de la cultura y es en tal sentido que le resulta de vital importancia para la creación novelística. En la obra de Padura, encontramos una visión similar, actualizada y renovada. Si en Carpentier hablamos de una teoría de la novela que se explica también por el uso del lenguaje, en Padura, con esa forma peculiar de trabajar su universo novelístico en el que la ficción se nutre de la realidad histórica, del aporte de los documentos y de la realidad misma; del acucioso examen de la naturaleza del hombre; el valor de la palabra, la manera en que las organiza y las usa siempre está en función del concepto de novela antes referido. Hay sí una polifonía discursiva que se explica justamente por esa suerte de tejido de los diferentes planos narrativos, que se distinguen también por el modo particular en que el lenguaje le sirve para recrear ambientes y diseñar los personajes más o menos prototípicos. Dejo para voces más autorizadas la explicación argumentada de la idea de que para el mundo hispánico, la obra de Padura establece un modo original de construir la novela, devenida híbrido entre el testimonio y la realidad. Sus novelas son efectivamente fuente de conocimiento, crónica de la vida cubana, mexicana…, en las que, sin quizás proponérselo, se establece una cierta complicidad con el lector que busca indagar y llegar a comprender, más allá de la letra impresa, como ha reconocido el propio Padura, para qué fue escrita una novela (Padura 2018). Soy un escritor de la realidad. Y esa realidad me alimenta con historias en las que coloco personajes de ficción que se parecen mucho a los de la realidad, porque son la emanación de esa realidad, de su aprendizaje y convivencia. A veces incluso son personajes reales: Trotski, Mercader, Heredia, Rembrandt… Es que la realidad cubana es muy pesada, dramáticamente hablando. En una entrevista publicada en marzo de este propio año, Padura reconoce, de manera clara y precisa; al referirse al uso de la lengua española en su obra: Soy capaz de hablar como en cinco idiomas en español. No hago concesiones a un facilismo lingüístico ni comunicativo, al contrario, le pongo dificultades al lector. En las novelas de Mario Conde, por ejemplo, trato de escribir de la mejor manera posible, con la mejor adjetivación posible, con la mayor densidad idiomática, pero siempre teniendo en cuenta algo que aprendí en algunos de los textos que están incluidos en este libro: lo primero es la comunicación (Estupiñán 2020).

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