Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I
– 527 – Las endechas a la muerte de Guillén Peraza y el Otoño... • María Eugenia Góngora Las ‘endechas’ pueden ser descritas como poemas populares cantados, con varias estrofas de metro breve. Desde un punto de vista temático, son cercanas a la elegía y al planctus o lamento, es decir, a formas y discursos poéticos estables y reconocidos. Como las elegías, éstas son poesía del duelo, del dolor y de la muerte, y están asociadas al recuerdo de un muerto o de una persona ausente. La endecha se inicia habitualmente con el relato sucinto de la muerte trágica de una persona, o de su pérdida. Como en la elegía fúnebre, vemos que se combinan en su estructura tres grandes momentos: la expresión del dolor y la exhortación al llanto, seguida de la alabanza de los muertos y, finalmente, (pero no siempre), el consuelo esperado al final del proceso del duelo. En las Endechas a la muerte de Guillén Peraza se encuentran, con algunas variantes, los motivos fundamentales del género elegíaco que ya hemos mencionado; podemos identificar también en ellas algunas expresiones que corresponden al léxico de la poesía cortesana. En primer lugar, en la exhortación al llanto de “las damas”, se afirma el sello cortesano de este poema, una característica reforzada en el último trístico del poema, cuando se pregunta por el escudo y la lanza del joven sevillano. A continuación, la mención de la muerte , acompañada de una alabanza implícita que se puede encontrar en la primera estrofa: se trata de una alabanza del caballero muerto y de su hermosura (“la flor…de la su cara”) en los dos siguientes versos del primer trístico: “ Guillén Peraza quedó en La Palma / la flor marchita de la su cara”. La muerte ha destruido esa hermosura, su flor ha quedado marchita. En la segunda y la tercera estrofas encontramos una imprecación y la maldición al lugar de la muerte . En primer lugar, se hace expresa la imprecación, al mencionar el carácter maldito de isla de La Palma, que no es ya “palma” o palmera, cuyas ramas son un antiguo emblema de la celebraciones y de la alegría, sino “retama” y “ciprés”, que lo son de la amargura, del luto y de la muerte. En esta misma segunda estrofa, se hace explícita la desgracia que se asocia a la Isla, en el duro apóstrofe que culmina con el que termina la segunda estrofa “ …Eres desdicha, desdicha mala”. En la tercera estrofa, el duelo por la muerte del joven caballero se vuelca sobre la Palma bajo la forma de tres maldiciones: que sus campos sean rotos por los volcanes, que toda ella no conozca placeres, sino pesares, y que sus flores se vean destruidas (como lo fue la flor de la cara del caballero sevillano) y cubiertas por las arenas. su Historia de la poesía del siglo XV, Textos y Contextos , Madrid: Crítica 1990, pp. 95-110. Me ha resultado muy útil para este trabajo un artículo reciente de Eff-Darwich Peña, A. I. (2016). “Dos apuntes sobre las endechas a la muerte de Guillén Peraza”. XXI Coloquio de Historia Canario-Americana (2014), XXI-016. http://coloquioscanariasmerica. casadecolon. com/index.php/aea/article/view/9498
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