Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 504 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier A. Alvear, por una parte, y Fernando Zegers, por la otra. Son nombres que ya se encontraban en Salas Lavaqui (1876) 5 , quien, por lo demás, da cuenta: (i) del abandono en que los españoles tenían los estudios de gramática en Chile: En el coloniaje ni aun de nombre se conocia la gramática castellana, ni nada que con ella se relacionara. Tuvieron siempre los españoles el cuidado especial de mantenernos en el estado de mayor ignorancia posible, hasta tal punto, que descuidaron su propia lengua. Esto naturalmente dió oríjen a una dejeneracion progresiva en la lengua, que tuvo su máximum en la primera mitad del presente siglo (Salas Lavaqui 1876: 453). (ii) de los inicios de la tradición gramatical en Chile y de cómo fue en 1817 6 cuando “juntamente con la entrada del ejército de los Andes, llegaron de Buenos Aires algunos ejemplares de una gramática castellana escrita por un habanero apellidado Valdés, la cual […] fué la primera gramática de la lengua que se introdujo en Chile” 7 (p. 455); (iii) de cómo hasta 1835 no se celebró en Chile una oposición para una clase de gramática castellana 8 : “se presentaron al concurso don José Antonio Álvarez, don José María Nuñez i don Fernando Zegers” (p. 458): he aquí uno de nuestros hombres; y (iv) de que –además de las gramáticas de la RAE 9 y de Salvá (1ª ed. en 1830)– se seguía el manual de “Dávila i Alvear” (pp. 459 y 460): y aquí entran de nuevo las otras dos personas que van a centrar nuestra atención a partir de ahora 10 . 5 Pero que, extrañamente, no encuentro en Oroz (1940). 6 Conviene añadir que para esas fechas la cosa en España pintaba solo un poco (pero no mucho) mejor (Gómez Asencio 2011a). 7 Seguramente se trata de los Principios generales de la Lengua Castellana , arreglados a la Gramática de la Real Academia Española y compuestos por don Antonio José Valdés (La Habana, 1806, en la Imprenta de Palmer), “la primera gramática impresa en Cuba”, luego reeditada en Buenos Aires en 1817 con el título de Gramática y Ortografía de la lengua nacional (Pichardo Viñals 2005: x y Esparza y Niederehe 2012: §440). 8 Véase, además, Poblete Muñoz 1953: 293-295. 9 Necesariamente alguna de las innúmeras reimpresiones que se hicieron por doquier de la cuarta edición, la de 1796, que estuvo en vigor hasta 1854 (Gómez Asencio 2009: 1-4 y 2011b: 15-20). 10 También nos habla Salas Lavaqui (1876: 459) de que Manuel Cortés reunió todos los apuntes inéditos preparados para sus clases por José María Núñez (uno de los opositores recién citado en el texto), quien “seguía en sus lecciones a Salvá, la Academia i Dávila i Alvear”, “i dándoles cierto órden metódico, los publicó en un volumen como obra suya”. Es pena, pero no he podido hacerme con un ejemplar de las Lecciones de gramática castellana, recopiladas de los mejores autores por D. Manuel Cortés, profesor de este ramo en la Academia Militar (varias ediciones en Santiago y Valparaíso entre 1846 y 1859, de las que da cuenta La Viñaza 1893: §203). De él se lee en Anales de la Universidad de Chile (XXII, febrero de 1863, p. 194): “No faltan Colejios en que se use; pero el Consejo de la Universidad, en sesion del 24 de noviembre de 1860, acordó representar al Gobierno que es un texto sumamente diminuto e inadecuado para que, por él, se pueda aprender en los Colejios un ramo tan importante como la gramática del idioma patrio”; esto es, dejó de ser recomendado a finales de 1860.

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