Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 481 – “Jesucristo en Fornos” (1894) y Julio Burell (1859-1919)… • Manuel Galeote madurados con detenimiento, que resultaban diáfanos y cristalinos. Cultivó una prosa cálida, vehemente y llena de resplandor. El pensamiento vibraba en sus artículos y la prosa periodística tiene en ellos páginas inmemoriales. El día del entierro, el Café de Fornos (Madrid) cerró sus puertas en señal de luto y colocó un letrero que decía “Cerrado por defunción de D. Julio Burell, en recuerdo de El Cristo en Fornos” 15 . La viuda de Burell, Dª. María Luisa de Mata y Regueiferos, Condesa de Torre Mata, respondió a la RAE mediante una carta con orla de luto el 15 de marzo de 1919, en la que agradecía el oficio recibido con el pésame de la institución tras el fallecimiento de su esposo. La renovación de la lengua española en las páginas impresas de los nuevos medios de comunicación y la renovación lingüística en la intervenciones del Parlamento se había quedado sin su principal paladín. Burell había trasvasado la literatura a las páginas periodísticas, a las crónicas parlamentarias y al columnismo de fondo (los llamados editoriales). Los reconocimientos recibidos en vida corroboraron la calidad de articulista y de orador culto, que había experimentado con la poesía. En las hemerotecas digitales, sus colaboraciones rubrican un periodo histórico de influencia francesa, que coincide con el final de la Primera Guerra Mundial. Había un intelectual detrás del literato que en el hemiciclo demostraba su espontaneidad para las polémicas, para interrumpir al adversario político y triunfar al lado de sus partidarios. Por estas dos facetas complementarias, la de escritor y orador, la RAE eligió al Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes para académico de número. El destino fatal quiso dejar a don Julio a las puertas de la RAE. 4. CONCLUSIONES A los cien años del fallecimiento de Julio Burell (1859-1919), su biobibliografía puede estudiarse con una facilidad hace pocos años impensable, gracias a la digitalización de la prensa histórica. De su biografía, él mismo escribió que cabía “en un simple papel de fumar” porque: No ha publicado ningún libro. No ha traducido ningún drama. No tiene por esas librerías un pedazo de novela. No pertenece a ninguna corporación académica. No goza de la menor jerarquía en la Administración pública. Su única condecoración suele consistir en un ramo de violetas o en un rojo clavel, regalo espléndido –cuando Dios quiere– de alguna mano fresca y bonita, como la de la misma primavera [...] Lo único cierto es que de un 15 Muchos camareros y algún propietario del Café de Fornos acudieron al entierro, según el Heraldo de Madrid y El País: Diaro republicano , de 23 febrero de 1919.

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