Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 478 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier con los libros del padre, no incluye ningún borrador del discurso de ingreso en la RAE ni documentación al respecto. Su retrato en la Galería de Ministros de Educación (por E. Simonet Lombardo) nos lo presenta en la biblioteca, sentado en el sillón de trabajo, con la mesa llena de cuartillas, la pluma en ristre y sin medallas ni condecoraciones. Su fallecimiento se produjo el 21 de febrero de 1919. Gabriel Maura y Gamazo, al elaborar la semblanza del prececesor, escribió que en Burell perduraba “el prestigio del artículo de fondo, el del torneo oratorio en el salón de sesiones del Congreso”. Añadía el nuevo académico en su Discurso: Le evoca todavía mi memoria en alguna de esas tardes parlamentarias, anunciadas en las carteleras periodísticas [...] Le veo agitarse nervioso por los pasillos o el hemiciclo del Congreso; le oigo comentar con voz que vanamente se esforzaba en ser queda, los lances de la escaramuza preliminar; interrumpir, oportuno y desconcertador, al adversario, y erguirse, en fin, en el instante más crítico de la batalla, para iniciar en persona el decisivo ataque estratégico. Cuando los ecos de sus estentóreos apóstrofes resonaban en el recinto de la Cámara; cuando fluía a borbotones su espontáneo decir; cuando, convulsos, alentadores o simplemente complacidos, reflejaban los rostros de los circunstantes la extrema atención con que se le oía, se mezclaban en la luminosa mirada del orador, para radiar juntos, el regodeo intelectual del polemista, el íntimo gozo del luchador político, la esperanza del triunfo del partidario abanderado, la ufanía del artista satisfecho y la travesura del niño retozón, la cual, en el alma de Burell, como en la de todos los hombres bondadosos, perduró hasta la muerte (Maura y Gamazo 1920: 11-16). Zamora Vicente (2015: 273-275) estudió las relaciones de Burell con la Real Academia Española en su historia y lo consideraba “ateneísta fervoroso”, “intelectual de talento”, un periodista que supo ganarse la notoriedad y el prestigio con su pluma y que “dejó un gran recuerdo en los medios culturales”. Los humoristas de la prensa madrileña, que publicaron viñetas y caricaturas con motivo de la llegada de Burell a la Academia, enseguida establecieron el paralelismo de las entradas de Jesucristo en Fornos y de Burell en la RAE. En Gedeón , suplemento dominical de ABC, una viñeta de Sileno (seudónimo de PedroA. Villahermosa Borao, 1870-1945) muestra el diálogo de dos personajes, Gedeón y su sobrino Galínez, titulado “Gedeón va para inmortal” : –Galínez, voy a escribir un artículo sensacional, que se va a hacer tan célebre, por lo menos como el famoso de “Cristo en Fornos”. –¿Y cómo lo vas a titular? –“¡Burell en la Academia!” (Sileno 1916: 21).

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